jueves, 1 de febrero de 2024

A propósito de la escasez de agua

Tranquilo… No le voy a dar la tabarra hablando del sainete patrio… En cualquier caso, sigo pensando que el Estado se defiende a sí mismo y, mi percepción es que el viento empieza a cambiar. ¡Ojalá!

Pero sí quiero detenerme en el grave problema de la sequía. Los últimos datos oficiales revelan que la reserva hídrica española se encuentra apenas al 50,8% de su capacidad total. Este panorama no solo afecta el suministro para el consumo humano, sino que tiene implicaciones directas en la agricultura, la industria y el turismo, sectores clave en la economía española.

Estamos atravesando un periodo crítico, evidentemente, porque no está lloviendo lo suficiente y el actual acaparador de todas las culpas, el Cambio Climático, aparece en el horizonte más cercano amenazando lo que, hasta ahora, ha sido nuestro modo de vida.

Pero la pregunta es, el haber llegado a la situación en la que estamos, ¿es todo culpa de que no llueva y del Cambio Climático o hay algún otro culpable más?

Hombre, si nos vamos a los datos, no resulta difícil afirmar que durante los últimos cincuenta años no parece haberse invertido mucho en crear nuevas infraestructuras, ni tampoco en mejorarlas y, ni tan siquiera, en mantenerlas.

No hablamos de que no se hayan construido nuevos embalses, ni tan siquiera que se haya invertido una cantidad razonable en investigar e implantar sistemas para la obtención de agua y mejorar su gestión… Tampoco hablamos de que no se haya previsto la construcción de soluciones alternativas para evitar la falta de suministro, como, por ejemplo, creando una red eficiente de depuradoras, desalinizadoras, dispositivos para la obtención de agua de la humedad del aire o lo que crean los científicos que sea mejor… No, no hablamos de eso…

En realidad, hablamos de la poca o ninguna inversión que han destinado los políticos al mantenimiento y reparación de las tuberías por las que se pierde sin remedio, una gran y valiosa cantidad de agua. En lugar de tomar medidas implantando soluciones imaginativas para resolver los problemas de la escasez de agua, en la mayoría de los casos se ha optado por penalizar el consumo aumentando precios e impuestos. En lugar de fomentar la generosidad y solidaridad entre comunidades, se ha dado rienda suelta a la mezquindad de, pase lo que pase, nunca compartir con el vecino.

Centrémonos en el caso paradigmático de Cataluña. Su reserva hídrica está en poco más de un quince por ciento. Que lejos quedan aquellos tiempos de Zapatero en los que políticos catalanes apoyaron no sé qué cosa a cambio de no tener que compartir con nadie el agua del Ebro. Y reconozco que ahora resulta muy ventajista el reprochar lo distinta que podría ser la situación si, en lugar de haberse gastado los dineros de todos en embajadas y en actividades relacionadas con el independentismo, se hubiera invertido ese mismo dinero en acondicionar la red hídrica, preparándose para tiempos difíciles.

No ha habido ni gestión, ni previsión… Lo que ha habido ya lo sabemos… Por supuesto, nunca es tarde para remangarse y ponerse a solucionar problemas… Pero abandonemos toda esperanza. Los que deberían actuar y remediar la situación, van a continuar sin hacer nada y, cuando la cosa se empiece a ir de las manos, buscarán desviar la atención echándole la culpa a la “fachosfera” o la ocurrencia que tengan en ese momento… Es lo que hay.                                                                                                                                                                                                                                Ángel Alonso  

  

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