En 1947, tras el estallido de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, preocupados por el peligro generado por el melón que se acababa de abrir, Albert Einstein y varios científicos que participaron en el Proyecto Manhattan, entre los que estaban un tal J. Robert Oppenheimer y varios miembros de la Universidad de Chicago, fundaron lo que vino en llamarse el Boletín de Científicos Atómicos.
Entre los objetivos de este eminente grupo, estaba el de alertar sobre los peligros de las armas nucleares y, por extensión, también sobre cualquier otra amenaza mundial. De entre muchas, su iniciativa más célebre fue la creación del Reloj del Apocalipsis, también conocido como Reloj del Juicio Final.
¿Y en qué consistía el asunto del reloj con tan inquietante nombre? Pues lo primero que buscaba era eso mismo… inquietar… Se trataba de revisar y analizar anualmente los riesgos que amenazan al mundo y, en función de su valoración, establecer simbólicamente el tiempo que queda hasta la media noche, momento en el que el mundo y la civilización, tal y cómo los conocemos, llegarían a su fin.
Teniendo en cuenta el contexto del inicio de la Guerra Fría, cuando el Reloj del Apocalipsis se presentó en 1947, lo hizo marcando las 23:53. Posteriormente, fue entre 1953 y 1960 cuando más cerca se estuvo del “fin del mundo” en el siglo XX, después de que Estados Unidos y la Unión Soviética comenzasen a coquetear con el desarrollo de las bombas de hidrógeno. En aquellos años las agujas del Reloj marcaron las 23:58, es decir, quedaron a tan sólo dos minutos de la medianoche que marcaría el final de la Humanidad.
Después la cosa se suavizó. Hubo altibajos, sí… las guerras y los conflictos geopolíticos del final del pasado siglo hicieron que, de un año para otro, el célebre reloj diese algún, que otro, sobresalto, pero las agujas no volvieron a acercarse a los dos minutos para la medianoche… hasta ahora…
Los miembros de la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos ya, en 2023, situaron la marcación del Reloj del Apocalipsis a tan sólo 90 simbólicos segundos del desenlace… y lo que es peor, han mantenido la misma hora, las 23:58:30, para este recién estrenado 2024… ¿Los argumentos? La creciente posibilidad del uso de armas nucleares en la guerra de Ucrania por parte de Rusia… La expansión e incremento de las capacidades nucleares de Rusia, China y Estados Unidos, a los que se suman países como India, Pakistán, Corea del Norte o Irán… La guerra en Gaza, que en cualquier momento podría convertirse en un conflicto mucho más amplio con riesgos impredecibles… También influye el actual cambio climático con el récord establecido en 2023, como el año más caluroso desde que hay registros… Las emisiones de gases que no terminan de controlarse y comenzar a disminuir…
Y, además de otros muchos más factores, en este 2024 se incorporan como elementos de riesgo el rápido desarrollo de las tecnologías y de la inteligencia artificial. Los integrantes del Boletín de Científicos Atómicos consideran que la ausencia de regulación en estos campos aumenta gravemente su mal uso y el daño que podría causar a la sociedad…
¿Y España qué? Pues tal y cómo van las cosas es posible que, sin amenaza atómica ni nada, puede que nos queden menos de los célebres 90 segundos y nos ahorremos parte de la agonía. Ángel Alonso
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