Hay un proverbio suajili que dice: “Cuando dos
elefantes pelean lo primero que sufre es la hierba.” Pero sin duda no es lo
único, luego viene todo lo demás… Después del pasto destrozado los herbívoros
de la sabana no comen y tienen que emigrar… Como consecuencia las potenciales presas
escasean y los carnívoros también pasan penurias… Y por último los carroñeros
tampoco comen y los restos orgánicos dejan de abonar el suelo…
La sabiduría ancestral africana nos habla de
cómo la actitud de los poderosos puede influir en el resto de los miembros de
la comunidad... El proverbio nos habla de cómo las disputas de los colosales
elefantes pueden llegar a alterar el ciclo de la vida, produciendo los
consiguientes daños colaterales…
Se me antoja que lanzar un llamamiento
solicitando responsabilidad y diálogo a los enfrentados paquidermos para que no
se enzarcen en duros combates en los que, no sólo ellos, también el resto de
moradores del entorno saliesen perjudicados, sería una acción estúpida y sin
ninguna posibilidad de que fuera escuchada y atendida por los potenciales
luchadores… Los elefantes son animales… Inteligentes, sí… Pero son bestias que,
en su mundo, solucionan sus cuitas de la manera que su naturaleza y la
evolución les ha enseñado…
Pero pongamos que al menos uno de nuestros
hipotéticos contrincantes fuera racional, que además fuese el más fuerte y que
además tuviese ese sentimiento de responsabilidad sobre el resto de animales
que cohabitan con él… Pensemos por un momento que el elefante más débil e
irracional provocase y retase una y otra vez al elefante más fuerte y racional,
para luchar y así hacerse con esa parte del territorio para utilizarlo en su
único beneficio, imponiendo su dominio a su antojo…
Sigamos imaginando que el elefante
racional y más fuerte, antes de arremeter contra su adversario, evalúa el
resultado del enfrentamiento y que, aunque tiene asegurada la victoria en una
confrontación directa, el cálculo de los daños colaterales que la lucha puede
acarrear para el resto de los habitantes de la sabana hace que, en un ejercicio
de responsabilidad, trate de disuadir a su retador haciendo toda clase de
espavientos alzando la trompa y blandiendo sus enormes colmillos… Evidentemente
se trata de evitar el combate para alejar la amenaza del sufrimiento y el
hambre… Pero también tiene que ver con impedir que el elefante agresor se salga
con la suya, haciéndose con una parte del territorio en donde imponer su
dominio en beneficio propio, trayendo también el desasosiego…
Llegados a este punto y para tranquilidad
de la comunidad, conviene recordar que, menos mal, el elefante más fuerte es el
racional porque, si fuese al contrario, el destrozo podría ser de campeonato…
Pero, por suerte para todos, el elefante más fuerte y racional intentará agotar
todos sus recursos para tratar de alejar a su adversario, dándole la
oportunidad de desistir o de huir sin heridas, y si al final el combate es
inevitable, buscará la manera de llevarlo a un terreno yermo en donde los daños
sean los mínimos posibles…
Resulta sorprendente y no sé cómo ha
podido ocurrir, hablando de elefantes, he terminado hablando de la crisis de
Cataluña… Ojalá que el paquidermo provocador, más débil e irracional, deje ya de
dar la lata, porque ya es hora de que los habitantes de la sabana nos
repongamos del sobresalto y recuperemos la normalidad…
Ángel
Alonso
Seguramente el elefante más débil e irracional, sepa también sopesar sus opciones ante una primera embestida, y retirarse a tiempo cuando la victoria en ese enfrentamiento no va a caer de su lado.
ResponderEliminarY es en esto, supongo, en lo que se diferencian los paquidermos de algunos políticos de hoy en día.