En el mundo de la aventura es frecuente la
continua exposición a situaciones adversas… Nunca deben ser buscadas y, por
eso, la buena planificación y el correcto manejo de la información siempre
serán nuestros mejores aliados…
Pero dicho lo anterior, un buen líder
siempre deberá estar preparado para desenvolverse, con las mayores garantías
posibles, en los escenarios más difíciles y tener la flexibilidad y oportunidad
suficientes para tomar las mejores decisiones, en el momento adecuado…
Llegado ese momento el buen líder sufrirá
en primera persona la llamada “soledad del mando” y se cargará con el lastre
espiritual de la responsabilidad… El líder podrá escuchar y recibir todo tipo
de consejos y de asesoramiento, pero, a la hora de la verdad, tan sólo a él le
corresponde el peso de tomar la decisión ya que, en los instantes trascendentales,
la responsabilidad ni se comparte, ni se delega, tan sólo se asume…
No es nada fácil, ni todo el mundo sirve
para ello, sobre todo cuando se debe de actuar bajo una enorme presión y cuando
la decisión conlleva un riesgo para la vida de las personas o pone en peligro
la convivencia o cohesión del equipo… Pero es precisamente en esas situaciones
cuando, con mayor motivo, el líder debe de aparecer y transmitir la confianza y
tranquilidad necesarias para que los componentes del equipo funcionen como un
solo hombre y la expedición no acabe en desastre…
Hay veces en las que será necesario
posponer los objetivos iniciales y establecer otros intermedios muchos más
asequibles… No importa… Es seguro que esas “nuevas etapas” elevarán la moral y
reforzarán los vínculos del grupo… Pero lo que también reforzará a cualquier
equipo humano, será el mantenimiento de la educación en el trato entre las
personas, el respeto a los símbolos y la inquebrantable confianza de cada
miembro en el resto del grupo… El saber que no se está sólo y mantener firme el
sentimiento de que, por muy mal que vayan las cosas, formamos parte de una
comunidad y que contribuimos a su fortaleza y a la solución de los problemas,
hará que todo resulte mucho mejor…
Pero como a menudo las cosas no son
fáciles, hay veces en las que el líder puede verse en la encrucijada de “tener
que hacer lo que se tiene que hacer”, aunque pudiera conllevar los sacrificios
a los que nunca hubiese querido llegar, incluido el suyo propio… Pues bien, es
precisamente en esos momentos cuando la responsabilidad debe de apoyarse en la
dignidad, la honradez y el convencimiento de que “nadie vive para siempre”
para, si el Destino así lo quiere, acabar como corresponde a un buen líder y,
llegado el caso como decía el título de aquella gran película, morir con las botas puestas...
Una expedición es una intensa experiencia
de vida concentrada en un espacio de tiempo mucho más corto que lo que
correspondería a una experiencia vital, digamos normal… Y es por eso por lo que
es de aplicación en una aventura, también lo puede ser en la expedición de la
vida por muy compleja que ésta sea, como por ejemplo la situación en Cataluña…
Esperemos que salga a relucir el buen líder…
Ángel
Alonso
Dura vida la del líder. Cada día debe debe ganarse el respeto y el apoyo de los miembros de su expedición. Efectivamente, esperemos que aparezca un Shackleton.
ResponderEliminarUn líder es importante pero el grupo y la situación demandan al líder.
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