Créanme… Cada vez es más complicado la adjudicación del “Premio al Idiota de la Semana”. La competencia es feroz y cada vez cuesta más decidirse, no sólo por la gran cantidad de candidatos, sino también por su alto nivel como idiotas.
Ya no sólo la cosa está muy reñida con los idiotas nacionales, en su mayoría promocionados gracias al “sainete nacional”, sino que, de un tiempo a esta parte, ahora llegan multitud de candidaturas desde el otro lado del océano.
Cuando se empieza a alcanzar cierto grado de consenso sobre el posible agraciado, siempre aparece a última hora alguien mucho más idiota que acaba por desbancar al que parecía reunir más requisitos.
Si ya con el “sainete patrio” ya se podía preseleccionar a un nutrido ramillete de idiotas profundos, perfectamente premiables, el método y el seguimiento de idiotas se ha ido a la porra, porque siempre aparece un grandísimo idiota que acaba sorprendiendo y desbancando a sólidas y reiteradas candidaturas que, a pesar de su generoso esfuerzo y aun siendo grandísimos idiotas, el Premio se les resiste, compitiendo, semana tras semana, contra auténticas estrellas del mundo de los idiotas.
Si algo debe saber bien un gran idiota es cuando llega su momento y a lanzarse a por todas. No conviene reservarse nada, porque ningún rival lo hará… El “Premio al Idiota de la Semana” abre las puertas a presentar la candidatura al “Premio al Grandísimo Idiota del Año”, lo cual constituye la máxima aspiración de cualquier idiota que se precie, porque, para poder optar, hay que superar muchos obstáculos y superar en idiotez a muchos y grandísimos idiotas… Lo que implica, entrenamiento, dedicación y mucho mérito.
Lo primero que debe dominar un idiota que aspire a ser un gran idiota de provecho, son los conceptos puntuables… Decir tonterías, hacer el ridículo, dejarse humillar, que te pillen en renuncio, que te den plantón… Todos ellos son conceptos que dan muchos puntos… Pero no hay que precipitarse… El idiota que empieza poco a poco, superándose en cada ocasión y siempre metiéndose en todos los “charcos de idiotas”, conseguirá una sólida formación como idiota y, si tiene paciencia y pone interés, tarde o temprano le llegará su oportunidad de demostrarle al mundo lo grandísimo idiota que es y, entonces, conseguirá los tan anhelados y merecidos premios y reconocimientos, no sólo por una idiotez puntual, sino a toda su esforzada y sacrificada trayectoria que le ha de llevar, no sólo a estar entre los grandes idiotas, sino a ocupar el sillón de Gran Idiota, en “el Olimpo de los Idiotas…”
Pero esa es otra historia… De momento toca elegir al “Idiota de la Semana” y, debido al alto nivel y a la gran competencia, la cosa no está nada fácil…
Ángel
Alonso
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