Si no fuera por su trascendencia y porque nos va mucho en ello, el panorama está para sillón y palomitas… y esperar a ver qué pasa. Si esto fuese una exitosa serie, en alguna plataforma de televisión, podríamos decir que estamos en el capítulo siete, de diez… Tan solo nos quedarían por delante otros tres capítulos más para llegar al final de la primera temporada o, esperemos, a la cancelación definitiva de la serie.
Si tiene curiosidad por saber qué pasará en los tres capítulos que nos quedan, no hace falta ser un lince, ni un consumado guionista, para intuir que en el capítulo ocho la trama se irá complicando considerablemente y a un ritmo mucho más rápido… Pasarán muchas cosas…
En el capítulo nueve asistiremos a una especie de “boda roja”, al estilo de Juego de Tronos, tras el enorme batacazo que ocurrirá en el primer enfrentamiento abierto entre bandos…
Y en el décimo y último capítulo se producirá un largo y sangriento epílogo, en el que irán desapareciendo algunos de los personajes principales y muchos secundarios, no faltarán las venganzas y ajustes de cuentas para que, al final, se produzca la derrota cruenta y total del malo en el segundo y último enfrentamiento abierto.
Esto es lo previsible. Pero también pudiera ocurrir que, en un sorprendente giro de guion, el malo se recupere, venza al líder del otro bando de forma agónica, utilizando alguna treta o acción traicionera, y provoque que se renueve la serie con una segunda temporada…
Aunque esta opción ahora mismo se antoja poco probable, no conviene despistarse de lo que, de ahora en adelante, vaya sucediendo. Al igual que en la célebre Juego de Tronos, en esta serie faltan escrúpulos, no hay ética ni moral y sobra ambición. Es cierto que no hay Señor de la Noche, ni caminantes blancos, pero tenemos algo terrorífico que bien podría estar a la altura: inflación, paro, desigualdad, merma de derechos y, en definitiva, pérdida de esperanza ante un futuro que se antoja más que complicado.
Como decía al principio, si no fuera porque el asunto es muy serio y revuelve el estómago, vista con palomitas y desde un sillón, la serie resulta muy completa y mantiene el interés con múltiples subtramas, que se desarrollan paralelamente, y toques de esperpento cutre que, además de escándalo aportan al argumento cierta comicidad.
En Juego de Tronos se apelaba continuamente a la progresiva e inminente cercanía del invierno, como algo malo e inevitable… Un nubarrón en el horizonte, presagio de desgracia y destrucción, a lo que había que enfrentarse obligatoriamente y vencer si se quería sobrevivir.
La principal diferencia es que, en Juego de Tronos, aunque con insistencia se avisaba de que se acercaba el invierno, se contemplaba con temor y no había ganas de que llegase. Sin embargo, en nuestra serie particular estamos deseando de que el dichoso invierno llegue de una puñetera vez… Pero, lo que da miedo, es que todavía habrá que esperar nueve largos meses.
Ángel Alonso
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