jueves, 23 de febrero de 2023

El meollo de la cuestión

Confieso que, como periodista, a veces resulta complicado seguir la actualidad. Ocurren tantas cosas y envejecen tan deprisa que, en ocasiones, es complejo decidir a qué informaciones dedicarle más tiempo que a otras…

Bien es verdad que eso es lo que buscan los que huyen de la transparencia o no quieren que se hable de determinadas cosas, y optan por lanzar muchos balones a la vez, al terreno de juego, bien con la intención de interrumpir continuamente o, al menos, conseguir confundir y que el partido no transcurra con normalidad.

Por eso, a menudo, igual se hace necesario bajar el ritmo y no entrar a todos los balones. Hay ocasiones en las que una oportuna pausa nos da la perspectiva necesaria para poder distinguir lo importante, de lo que no lo es tanto, y, directamente, seamos capaces de detectar los señuelos y las liebres informativas que nos sueltan, para no invertir tiempo, ni energías, que nos aparten del meollo de la cuestión.

¿Y cuál es el meollo de la cuestión? Pues que estamos muy mal administrados; que nos llevan hacia un cambio de régimen, que nos están aplicando una indeseada ingeniería social, para hacernos más tontos y más dóciles; que nos están revisando a la baja nuestros derechos más básicos y fundamentales; que nos están radicalizando y fomentando la desigualdad dependiendo de dónde vivamos y a qué colectivos pertenezcamos o mostremos afinidad; que nos están desposeyendo de valores, de códigos morales y de ética… y, quizás lo más sangrante, que nos están normalizando el uso indiscriminado de la mentira como herramienta de uso habitual, válida para todo, y sin ningún coste y con absoluta impunidad de quienes han hecho del embuste su estilo, marca de la casa.

La mentira en un gobernante es la constatación de su incapacidad para el cargo y el desprecio a los ciudadanos a los que ha venido a servir, dogma de nuestro sistema democrático que parece que, en su delirio, alguno parece haber confundido y lo ha entendido al revés.

Mucho hay que temerse que estamos ante otro año perdido. Otra oportunidad desperdiciada en la que, en lugar de intentar mejorar y poner los medios para ir solucionando las muchas crisis que nos preocupan en la actualidad, lo previsible es que, una vez hayamos tocado fondo, continuemos escarbando en el hoyo hasta que todos nos achicharremos al encontrarnos con el material candente del manto terrestre.

Son tiempos revueltos, difíciles y llenos de amenazas, que algunos aprovechan para beneficiarse, beneficiar y perpetuarse garantizándose un futuro personal y profesional que, en función de su formación, capacidad y talento, en ningún caso les hubiese correspondido… Es su oportunidad y no van a aflojar.

Mientras tanto, a todos los demás, a la gente corriente y por muy mal que vayan las cosas, se nos seguirán exigiendo esfuerzos desproporcionados y sacrificios, a veces, irracionales, como peaje hacia no se sabe qué y en una inquietante dirección que, si lo remediamos, sólo puede conducirnos al abismo… Éste es el meollo de la cuestión.

Ángel Alonso       

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