jueves, 16 de marzo de 2023

El gran pufo

Lo digo sinceramente. Me gustaría contar alegrías y compartir con usted buenas noticias, pero no hay manera porque lo cierto es que no ganamos para disgustos. No salimos de una y ya estamos metidos de lleno en otras más. Es un no parar.

Sabedores de que estamos en las peores manos, en el peor momento, cualquier sobresalto nos pone los pelos como escarpias… Ni tenemos confianza, ni nos creemos nada de lo que nos cuentan. Vivimos acosados por la demagogia, el populismo y la angustia de tener que resistir, como podamos, hasta finales del próximo mayo, en busca de un poco de esperanza.

Las cosas cada vez pintan peor y, más que la sensación, tenemos evidencia de que no hay nadie a los mandos. Vamos a la deriva, en medio de la tormenta y en continuo riesgo de naufragio… Arrecifes y acantilados trufan las agitadas aguas por las que, a voluntad de los elementos, nos movemos titubeantes sin saber qué hacer y adónde vamos.

Vuelve un clásico del argumentario… Después de señalar e inculpar a todo lo que se menea, ahora la culpa es del cambio climático… No de la incapacidad e incompetencia de quienes toman las decisiones y nos mantienen enredados en cosas que, ellos mismos, terminan complicando, sino del cambio climático… Lo siguiente será echarle a usted la culpa por utilizar su vehículo para ir a trabajar o por comerse un chuletón los sábados… Tiempo al tiempo.

El caso es que, a todo lo que venimos arrastrando, ahora tenemos que añadir una posible crisis financiera. No sé usted, pero a mí cada vez que sale alguien a tranquilizarnos asegurando que no nos va a afectar, se me encienden las alarmas. Me acuerdo perfectamente de nuestro sistema financiero de “Champions League” del 2008 y de “los brotes verdes” posteriores y me echo a temblar.

Es posible que la media verdad sea que no nos va a afectar o que va a afectarnos menos que a otros, porque la realidad dice que ya estamos bastante machacados y que ya queda poco por rascar… Aun así, lo van a intentar hasta el final y, si no consiguiesen prolongarse, dejarán “el gran pufo” para quien venga después y ellos a liarla en las calles.

De momento seguiremos entretenidos. Después del “sí es sí”, el tito Berni, la ley trans o la reforma de las pensiones, y si no se cuela algo entre medias, le llega el turno a la moción de censura. Un espectáculo totalmente innecesario y prescindible que no levanta el más mínimo interés, porque de ella ya se conoce hasta el discurso del candidato… Un episodio más del esperpento y la chapuza nacional.

Puestos a encontrar algo positivo, al menos durante la próxima semana nuestros dirigentes estarán entretenidos con lo de la moción y, con un poco de suerte, es posible que pudiéramos tachar del calendario una semana sin apenas escándalos o, aunque esto es más difícil, sin que se añada alguna otra polémica ley a la ya abultada colección de curiosidades legislativas que poco aportan, salvo confusión, división y discriminación.

No queda otra que aguantar… Mucho ánimo.                                                                                                                                                                     Ángel Alonso

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario