Veo los informativos de televisión y miro las fotografías de la prensa y, francamente, no sé por qué se ríe tanto el inefable imitador de Juan Domingo Perón. Siendo bien pensado, humanamente podría atribuirlo a la exteriorización de una espontánea e incontrolable alegría por haberse puesto de acuerdo consigo mismo para sacar el proyecto de los Presupuestos, lo cual no deja de provocar cierta perplejidad en quienes contemplamos semejantes escenas de regocijo…
Siendo malpensado me viene a la mente lo mismo que a usted… Que nos toma por idiotas y, claramente, se ríe de nosotros… Otra vez.
Se ha aprobado un proyecto de Presupuestos cuyo único objetivo es conservar el poder como sea y para ello, gastar lo que sea necesario. Todo forma parte de una larguísima campaña electoral, costeada por todos nosotros, cuya finalidad es añadir cuatro años más a esta pesadilla y si no se consigue, no pasa nada, porque el pufo económico que dejará al siguiente es de tal envergadura, que obligará al nuevo equipo gobernante a aplicar ajustes y recortar gasto para intentar reconducir, en la medida en que la situación y el tiempo de que se disponga, lo permitan…
No dará tiempo, el desastre va a ser tan grande que tardaremos unos cuantos lustros en sobreponernos y otros cuantos años más en alcanzar el nivel de los países de nuestro entorno. La deuda será tan descomunal que la acabarán heredando nuestros hijos y nietos…
Pero eso a nuestro Perón particular le da igual… y no solamente eso, sino que, seguro que él y su equipo ya han calculado el enorme desgaste que supondrá la gestión de los que vengan detrás y la posibilidad real de que, desde un posible cargo internacional, se produzca una especie de retorno, en plan salvador y por aclamación popular, como corresponde a un consolidado peronista, con la idea de suceder a los que, previsiblemente, le sucedan a él.
Todo es un despropósito y, además del informe del Banco de España, no hay ningún economista serio que valore positivamente el recién nacido proyecto de Presupuestos. Lo malo no es solo el aumento del gasto cuestionable, que lo es y más en estos tiempos que corren, lo peor es que, nada más nacer, ya son papel mojado porque están basados en hipótesis y quimeras de imposible cumplimiento, y que, de aplicarse finalmente, lo único que conseguirán es agravar la situación económica y empobrecernos aún más… Situación idílica para un peronista de manual, que aprovechará la ocasión para regar económicamente a determinados colectivos, con la indisimulada intención de comprar su voto.
Vivimos en una permanente campaña electoral, con un bombardeo incesante de propaganda y en un continuo menosprecio absoluto a nuestra inteligencia. Sufrimos los efectos de una especie de “anestesia social” que nos hace aceptar con “sumisión lanar” todo lo que sucede.
Sin pausa y cada vez con más prisa, el peronismo hispánico que nos quieren implantar sigue ganando terreno y cada vez será más difícil de revertir… Ya va siendo hora de que se nos vayan pasando los efectos de la “anestesia social”. Ángel Alonso
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