jueves, 7 de octubre de 2021

La Batalla de Lepanto

Hoy se cumplen exactamente 450 años desde que aconteciera “la más alta ocasión que vieron los pasados siglos”. Tal día como hoy España obtuvo la mayor victoria naval de su historia frente a la flota otomana que se refugiaba en el golfo de Lepanto, cerca de la isla de Oxia, en el golfo de Corinto, localizado en las costas griegas.

Ante el avance de los turcos que se había lanzado al control del Mediterráneo occidental y la creciente amenaza que para las costas italianas y españolas representaban las frecuentes incursiones de las naves del Imperio Otomano, España, primera potencia mundial por aquellos tiempos, junto con Venecia, Génova y los Estados Pontificios, formaron la Liga Santa, una alianza naval que, al modo de lo que hoy en día pudiera ser la OTAN, debía de enfrentarse a la armada turca y detener su avance hacia Occidente.

Al amanecer del 7 de octubre de 1571 las dos flotas se encontraron frente a frente disponiéndose a librar la mayor batalla naval de la historia moderna. Más de 400 galeras y casi 200.000 hombres lucharon en una enconada batalla, que finalizaría a partir de las cuatro de la tarde con el balance de entre 7.500 a 8.000 muertos, unos 20.000 heridos por la alianza occidental, entre ellos el ilustre Miguel de Cervantes, y se liberaron unos 15.000 galeotes cristianos. Por el bando otomano se estima que murieron entre veinte y treinta mil hombres y otros 3.000 fueron apresados. Y si bien la armada cristiana perdió diez naves, la musulmana perdió más de 190.

Poco tiempo después la flota turca volvería a reponer sus pérdidas, pero aquella victoria de la Cristiandad consiguió frenar su avance, evitando que muchas gentes y territorios mediterráneos acabasen bajo el dominio del Imperio Otomano.

Hasta la Primera Guerra Mundial, la Batalla de Lepanto supuso la mayor movilización y concentración de medios de la Historia, en un enfrentamiento bélico. Aquel triunfo marcó el futuro de Europa, que consiguió preservar su cultura, su religión y sus señas de identidad, y con él también se descubrió el camino de unidad y cooperación que nos ha llevado hasta nuestros días.

Sin duda estamos ante una de las grandes efemérides de la historia de España y de la Humanidad que, si la gesta la hubiese protagonizado cualquier otro país del mundo, tendría una celebración digna de su cultura y de su orgullo patrio…

Pero aquí no… En España seguimos con nuestros complejos y padeciendo la irrelevancia de un Gobierno que ha vuelto a renegar de nuestro pasado, mostrando el mismo desinterés que, en su momento, ya dejó ver con las efemérides del inicio de la primera vuelta al mundo con Magallanes y Elcano, o la conquista del Imperio Azteca por Hernán Cortés.

En su actual línea de desmemoria y de revisionismo histórico, es más que probable que la ausencia del Gobierno en fechas tan señaladas y en este caso concreto, pudiera deberse a su miedo a implicarse en el ensalzamiento de una victoria que, desde sus ojos actuales, contase con la consideración de políticamente incorrecta…

Con estos mimbres es fácil imaginarse lo que opinaría Cervantes si levantase la cabeza…

Ángel Alonso

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