martes, 29 de junio de 2021

Utilidad Pública

Cada vez son más los que sostienen que nuestro actual presidente no estaría capacitado, ni moral, ni intelectualmente, para dirigir los destinos de España. En realidad razón no les falta si analizamos a quien ha hecho de la mentira su recurso habitual, “marca de la casa”, y de fomentar la división entre españoles, su modus operandi.

Tampoco quita argumentos a los retractores del presidente, que éste lo haya revuelto y confundido todo para que a los ciudadanos les resulte complejo distinguir entre una decisión en beneficio de España y de los españoles, y lo que es manipulación de la verdad, en beneficio de la propia permanencia en La Moncloa… a cualquier precio.

En esta línea el grupo de críticos, que si consultásemos el CIS seguro que nos diría que son “cuatro gatos”, pero que, si apelamos al sentido común y a la realidad, se podría presuponer una creciente mayoría de ciudadanos, hay quien piensa que el tema de los indultos no es más que una operación de huida hacia adelante, por la que se ha vendido el futuro de España por asegurar, un poco más, la permanencia del actual presidente en el poder.

Objetivamente lo que resulta evidente es que, de manera clara, en España ya hay españoles de primera y españoles de segunda, y esto ha ocurrido cuando, supuestamente, se ha primado el sentir de la mitad de la población de una región sobre el de la gran mayoría de la totalidad del país.

Además, es poco sostenible y difícil de entender, que algo que perturba gravemente el equilibrio constitucional de los poderes públicos y ofende a la gran mayoría de los ciudadanos, se conceda, a unos delincuentes que, no solo no han pedido perdón, sino que siguen diciendo que lo volverán a hacer… todo ello en contra del criterio unánime de los jueces de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y de la Fiscalía del Estado.

No es de extrañar que a quien confía su estrategia en subestimar las entendederas y la poca memoria de los ciudadanos, se le acabe viendo un truco tan burdo como el de fundamentar los indultos en una supuesta utilidad pública que, claramente, alguno podría tomarse como un insulto a la inteligencia de los españoles y una burla al Tribunal Supremo.

Llegados a este punto, moralmente, hay a quien le surge otra duda más… Si tanto el presidente del Gobierno, como todos y cada uno de los ministros, en la fórmula de su toma de posesión, juraron o prometieron por su conciencia y honor, “cumplir fielmente las obligaciones del cargo, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como forma fundamental del Estado…” con la concesión de los indultos y otras cosas más, el Consejo de Ministros, ¿ha podido cometer perjurio colectivo? Porque hay quien clama que, lo que se dice, mucha lealtad al Rey puede que no haya habido y en cuanto a lo de guardar y hacer guardar la Constitución, da la sensación que tampoco.

Todo parece indicar que, si verdaderamente el actual presidente del Gobierno quiere hacer algo de auténtica valentía y grandeza, a lo mejor lo que debería plantearse es la dimisión y la convocatoria de elecciones, para que los ciudadanos puedan opinar sobre su concesión de indultos y del resto de su gestión al frente del país… Eso sí que sería una gran medida de utilidad pública…                                                                                                                                                                                     Ángel Alonso

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