martes, 28 de septiembre de 2021

Bajo el Volcán

Como todo el mundo sabe a estas alturas, el pasado domingo, 19 de septiembre, entró en erupción el volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma.

La verdad es que, entre la pandemia, Filomena, las danas, los incendios y todas las crisis añadidas, llevamos unos meses en los que se cumple sobradamente aquello de “las desgracias nunca vienen solas”. A esa nómina de infortunios se suma ahora la erupción de un volcán, con todas las desdichas que ello acarrea.

Hay quien dice que a esa lista ya solo le falta el ataque de un enorme monstruo surgido de las profundidades abisales y una invasión alienígena… Espero que lo de los extraterrestres se retrase mucho tiempo, aunque solo sea por evitarnos el bochorno y el mal rato que pasaríamos si viniesen ahora y nos pidiesen que los llevásemos ante nuestro líder.

A menudo las catástrofes naturales nos ponen ante el espejo de nuestra fragilidad e insignificancia ante las fuerzas de la naturaleza. Cabe pensar que, a lo largo de la historia de la evolución, para nuestra supervivencia como especie hemos tenido que superar grandes catástrofes naturales, al todo o nada del azar.

Por mucho que los avances científicos sean capaces de prever y anticipar los desastres naturales, cada vez con mayor precisión, nada es capaz de vaticinar qué será mañana de nuestra vida, ni nada garantiza que nuestras vidas conozcan otro mañana más.

Evidentemente el que pierde la vida, lo pierde todo. Pero también el que lo pierde todo, pierde gran parte de su vida. Seguramente el que ha visto como una riada se ha llevado su casa con sus pertenencias o, como en el caso de La Palma, ha contemplado como la lava ardiente se tragaba lenta e inexorablemente su hogar, no tengan el cuerpo para tonterías y lo que esperan es empatía, solidaridad y soluciones reales, lo antes posible.

Son situaciones extraordinarias que nos ponen a prueba y evalúan nuestra calidad humana, y como sociedad… Son tiempos difíciles que exigen generosidad y capacidad de reacción… Son oportunidades para demostrar que se está a la altura de las circunstancias y que la civilización que nuestros antepasados construyeron con mucho esfuerzo y un gran componente de azar mereció la pena.

Esperamos que aquellos que han perdido sus casas bajo la lava del volcán de Cumbre Vieja recuperen el resto de su vida lo antes posible. Sabemos que para ellos ya nada volverá a ser lo mismo y que la imagen del monstruo de piedra y fuego devorándolo todo a su paso, jamás se borrará de sus mentes.

Pero, con la ayuda de todos, deberán superarlo, tal y como siempre han hecho nuestros antepasados desde la noche de los tiempos, pagando el precio de vivir en un mundo maravilloso, dominado por la naturaleza.

Mucho ánimo y un fuerte abrazo.                                                                                                                                                                                                      Ángel Alonso


Mi sincera felicitación y agradecimiento para el equipo que ha hecho posible el magnífico vídeo que acompaña a este artículo, entre los que está mi amigo Enrique Guillermo, fotógrafo y cámara de televisión con el que he tenido el privilegio de compartir interesantes e inolvidables aventuras para Objetivo: La Luna.

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