Parece que de nuevo hemos vuelto al “rollo facha…” De repente, otra vez, volvemos al sobresalto continuo de no poder salir a la calle sin toparnos con “peligrosos fascistas” pululando de un lado al otro.
Ya no importa la pandemia sanitaria, ni la gestión económica. Tampoco ya es relevante el deterioro educativo, ni la degradación de las instituciones públicas. Ahora lo prioritario vuelve a ser el plantar cara al “violento contubernio fascista, que lo ha invadido todo”.
Es tal la preocupación instalada en parte de la clase política que, alarmada por la facilidad reproductiva del “facherío patrio”, no ha escatimado la ocasión de alertar sobre ello al conjunto de los ciudadanos, denunciando “las maniobras y amenazas de oscuras y peligrosas organizaciones clandestinas fascistas, altamente secretas, que están haciendo tambalear la Democracia en España y poniendo en riesgo el Estado de Derecho mediante el envío de sobres amenazantes por correo…”
Dejando atrás la ironía, lo verdaderamente preocupante es la ausencia del sentido del ridículo de quienes denuncian conspiraciones de tebeo, y su enorme irresponsabilidad al señalar posibles fallos en determinadas cadenas de seguridad del Estado que podrían dar ideas e incitar, además de a personas con problemas psíquicos, y esto sí da miedo, a peligrosos activistas de verdad, que podrían animarse a aprovechar esas posibles rendijas para intentar atentar contra lo que sea.
Al igual que el asunto de los suicidios, el envío de amenazas por correo son una práctica habitual de la que no se informa, o no se suele informar, para evitar el “efecto contagio”. El “todo vale” y la falta del sentido de la responsabilidad pueden poner en peligro el “paraguas” de libertad que proporcionan las Fuerzas Armadas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, o cualquiera de los servidores del Estado que, dentro y fuera de nuestras fronteras, velan por la Seguridad y por alejar los riesgos y amenazas para que la vida de los ciudadanos se pueda desenvolver con la máxima tranquilidad.
Hay cosas que exigen mucha prudencia y contrapesos del poder que, en Democracia, hay que respetar. Por eso no es admisible que haya quien intente retrotraernos a tiempos remotos señalando a periodistas y coartando la libertad de prensa. Está todo tan revuelto y manoseado, que alguno pudiera llegar a olvidar que la labor independiente y honesta de los profesionales de la información, constituye la mejor garantía para el mantenimiento de la buena salud de la sociedad y de la Democracia.
Junto con la Justicia y el Estado de Derecho, los Medios de Comunicación establecen los frenos y contrapesos al poder, y, lamentablemente, resulta sorprendente que, a estas alturas, todavía haya que recordar a algunos Gobiernos la necesidad y obligación, de respetar la labor periodística y que ésta se desarrolle en completa libertad.
A propósito de la práctica del Periodismo,
quisiera acabar esta reflexión homenajeando a los periodistas españoles David
Beriain y Roberto Fraile, asesinados el pasado lunes durante una emboscada
perpetrada por un grupo yihadista, próximo a Al Qaeda, cuando empotrados en una
patrulla de soldados guardabosques, en una reserva natural localizada al este
de Burkina Faso, grababan un documental sobre la caza furtiva.
Ángel Alonso
Dedicado a David Beriain, a Roberto Fraile y a todos los periodistas que, en el ejercicio de su profesión, han perdido la vida en zonas de conflicto, tratando de informar.
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