Me imagino que, en la apreciación, coincido
con la mayoría de los españoles con la significativa excepción de gran parte de
los independentistas catalanes y de alguno de los sectores más radicales,
repartido por la geografía patria. De entre muchas, hay una pregunta que, desde
ayer, me ronda por la cabeza… ¿Qué pasaría por la mente de la diputada
musulmana de Esquerra Republicana, en el momento de votar afirmativamente la
investidura del candidato Torra?
Cabe recordar que, después de los
discursos, réplicas y contrarréplicas, el ínclito personaje salió investido tan solo por un voto de diferencia. Realmente no sé el grado de “catalanidad”
de la mencionada diputada, pero la verdad es que no me la imagino comiendo
fuet, ni yendo por las tardes a bailar sardanas… Es posible que tampoco su
nivel de catalán sea “nativo” y podría ser que, al objeto de encontrar algún
atenuante, también su grado de desenvoltura con el idioma castellano, no roce
la excelencia… Solo así se podría justificar el entusiasmo con el que, después
de la votación, la diputada de ERC aplaudía al recién nombrado presidente de la
Generalitat de Cataluña…
Después de que, el tristemente célebre
Torra, dejase claro ante el parlamento autonómico y ante el mundo, que es no acreedor
de representar absolutamente a nadie, ¿qué pensamiento tendrían aquellos
diputados independentistas, con algún ascendiente del resto de España, en el
instante de dar su aprobación al candidato?
Si no fuera por la gravedad de la situación,
sería para tomárselo a risa… El esperpento en el que se desenvuelve el “sainete
catalán” está a la altura del mismísimo Valle Inclán… La fuerza con la que ha
entrado en escena el caricaturesco nuevo personaje Torra, aporta energía a la
representación y un punto de comicidad imprescindible para mantener el interés
y el suspense en una obra teatral de categoría. Sobre todo si se pretende que
permanezca en cartel durante mucho tiempo.
Después de asimilar y controlar la
estupefacción, irritación, indignación y agotamiento, que pudiera haber
producido en cualquier persona de bien, la irrupción de este pedazo de actor en
el último episodio del “culebrón catalán”, hay que alegrarse porque, a partir
de ahora, todo va a ir a mejor… La aparición de Joaquín, con su xenofobia,
racismo, supremacía, odio, totalitarismo, etc., mostrando al mundo la verdadera
cara del independentismo radical catalán, va a venir como “mano de santo” para
unir a los partidarios de la Constitución y la Democracia. Además, con su
discurso trasnochado y fascista, más propio de los años treinta del pasado
siglo que de los tiempos actuales, el nuevo presidente electo de la Generalitat
ha conseguido, en tan solo un par de días, alertar al mundo y especialmente a
la Unión Europea, sobre el gran riesgo que representa para todos, el golpismo
en Cataluña…
En coincidencia, Alemania ha anunciado que
reformará su Constitución para asumir un mayor control sobre sus regiones,
recortando privilegios y atribuciones… Si lo hace el país germano, sería muy
beneficioso para todos que España aprovechase la estela y “arreglase” todo
aquello que fuese necesario para evitar que, lo que está ocurriendo en
Cataluña, se pudiera volver a repetir y mucho menos se pueda “contagiar” a
otras Comunidades Autónomas…
Como diría el bueno de Gila, “como broma
ha estado bien…” Aunque maldita la gracia que tiene el fracturar una sociedad
alimentando el odio, empobrecer una próspera región o deteriorar los valores y
la dignidad de las personas, para intentar conseguir el beneficio de unos
pocos… Es moralmente inaceptable que el engaño y la radicalidad sean capaces de
condicionar el futuro de los ciudadanos… España y Europa tienen trabajo por
hacer y trascendentales decisiones que tomar… Pero serán los ciudadanos de
Cataluña los que, tras recuperar la sensatez y la concordia, echen de la vida
política a quienes les ha llevado a la situación en la que se encuentran, que
siempre es factible de empeorar…
Ya no es tiempo de dudas, ni de
divisiones, ni de intereses políticos… Es el momento de que todos se “retraten”
y se muestren tal y como son… No hay lugar para tacticismos de partidos, ni sitio
para miserias de políticos populistas de bajo nivel… Estamos ante un asunto
grave y, como tal, es obligado que los dirigentes estén a la altura y
demuestren sentido de Estado… Y que la ciudadanía tome buena nota, para premiar
o castigar en las urnas…
Ojalá pronto podamos dejar de contemplar
la estúpida sonrisa del prófugo Puchi en los informativos y, si la situación lo
requiere, el juez Llarena invite a una animada charla al “transitorio” Torra…
Esperemos que a partir de ahora: “tonterías las justas…”
Ángel
Alonso
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