Por fin… Como cada 13 de abril, ya está
aquí el día más esperado del año por mi amigo Felipe… Es la fecha que conmemora
el beso más largo de la historia, recogido en el Guiness, que mantuvo pegados los labios de una pareja tailandesa
durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos… Hay que reconocer que hace falta
mucho cariño, resistencia física y que ningún integrante de la pareja tenga
problemas de halitosis, para aguantar tanto tiempo sin cerveza…
Según me cuenta el bueno de Felipe, los
besos son buenos para la salud porque, además de ponernos más contentos, ayudan
a quemar calorías y contribuyen a regular el ritmo cardíaco y la presión
arterial… También me apunta Felipe que son mano
de santo para la regeneración celular y neurocelular… Y, en consecuencia,
añade mi amigo, son muy recomendables para combatir la depresión y la ansiedad…
Llegados a este punto debo decir que,
aunque nunca se lo diga, tengo la sensación de que Felipe deposita demasiadas
expectativas en este día… Como cada año, se ha levantado muy temprano, se ha aseado
a conciencia, se ha vestido con ropa nueva de alegres colores y se ha echado a
la calle dispuesto a darlo todo en la presente edición del Año Internacional del Beso… Me lo he encontrado hace un rato y, al
filo del mediodía, todavía no se había estrenado… Pero le he visto contento y
muy esperanzado con triunfar en lo que queda de jornada…
No estoy muy seguro de si mi amigo Felipe
ha terminado de captar la esencia misma de la celebración, de esta tan señalada
fecha a nivel mundial, ya que comienza el día anunciando que tan solo se
empleará con un determinado sector del espectro femenino (rubias de buen ver),
para, poco a poco, ir ampliando esa selección hasta acabar abarcando a todo el planeta… Con todo ello y aun reconociendo el entusiasmo de Felipe, no le
veo arrebatando el récord a la pareja tailandesa…
Pero siguiendo con el tema de los besos,
quien más y quien menos, todos aceptamos que nos hacen sentir más felices y
amados… Sin entrar en profundidades, un beso puede ser una muestra de afecto,
de reconocimiento o de amor… A nadie llama la atención un beso entre hermanos o
un beso de amigos… Nada más nacer recibimos el primer beso de nuestras madres y
ningún otro momento recogerá tanta emoción como la primera vez que besamos a
nuestra novia… No es comparable la ternura del beso de un niño, con el ósculo
doloroso de una despedida…
Lo que parece claro es que los besos,
dejando al margen su origen biológico ancestral como práctica previa al
apareamiento, buscando aumentar las probabilidades de fecundación, forman parte
de nuestra condición humana y con ello de nuestra interacción con los demás.
Según la teoría de mi amigo Felipe, “los independentistas catalanes están así
de revueltos porque besan poco y la política española está como está porque
también faltan besos…” Felipe aventura
que, si Rajoy le diera un beso a Pedro Sánchez, es muy probable que éste
acabase apoyando los Presupuestos Generales del Estado de 2018… Y que si
Cifuentes, en su momento, le hubiera pegado
un buen morreo a Rivera, lo del máster
muy posiblemente se hubiera quedado en nada…
Felipe está convencido que, “de él mismo haber
tenido la oportunidad de besar a la Ministra de Justicia alemana, ésta nunca
hubiera dicho las tonterías que dijo en relación al caso Puigdemont…” Y también
piensa que, “si el Parlamento de Cataluña celebrase un pleno monográfico para
jugar a la botella o algo así, con lo
que inflarse a besos entre todos, se acabarían la tontuna y la mala leche que impregnan sus acciones…” Felipe
incluso se atreve a añadir que “si el juez Llarena asistiera a ese hipotético pleno
y fuese besando uno a uno a todos los parlamentarios, el riesgo de rebelión
pasaría a ser un mal recuerdo del pasado…”
No nos apresuremos a desestimar la línea
de pensamiento de mi amigo Felipe, del mismo modo que les pido que, si han llegado
leyendo hasta aquí, no sean demasiado duros juzgando este artículo y a quién lo
escribe… Tan solo pretendía desearles que tengan un feliz Día Internacional del Beso y que, si se encuentran a mi amigo
Felipe por ahí, por favor, no lo duden y denle un beso… Gracias por seguirme,
Ángel
Alonso
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