sábado, 21 de abril de 2018

Día Mundial de la Tierra 2018


También conocido como Día Internacional de la Madre Tierra, desde 1970 se viene celebrando cada 22 de abril con el objetivo de concienciar a personas y Gobiernos, sobre la necesidad de proteger el planeta y sus seres vivos, prestando especial atención a los efectos de la contaminación, la protección del medio ambiente, la conservación de la biodiversidad, la escasez de agua potable… Con la idea de sensibilizar y alertar sobre un aspecto concreto, cada año las Naciones Unidas sacan un lema… El elegido para la edición de 2018 es: “Terminar con la contaminación de los plásticos”.


Sin duda el problema de la gestión de los residuos plásticos, heredado de finales del siglo pasado, es uno de los grandes retos para la próxima década. Pero también hay muchas más dificultades que habrá que superar si se quiere dejar un mundo habitable a sus verdaderos propietarios, las generaciones futuras…

La situación es compleja. Climatológicamente la Tierra se encuentra inmersa en un cambio que comenzó hace doce millones de años pero que, por la acción del hombre, hemos conseguido que el proceso aumente en velocidad en los últimos dos mil años. De ellos, el pasado siglo se ha mostrado decisivo.

A estas alturas a nadie se le escapa que la principal causa de la permanente agresión contra nuestro planeta deriva de la superpoblación humana (unos 7.605 millones a día de ayer). Un exceso de individuos que, hace ya tiempo, situó a los seres humanos en la condición de plaga planetaria, capaz de alterar cualquier ecosistema e, incluso, acabar con los recursos y la biodiversidad de toda la Tierra.

Dada la gravedad del problema, creo que ya deberían quedar atrás los gestos simbólicos y las concentraciones de moñas, “con mechero y velita”, que, en ocasiones, acaban contribuyendo a la “decoración” del paisaje con los restos de un animado “botellón”. Pienso que ha llegado la hora en la que urge tomar medidas a nivel global y dotar a los Gobiernos de planes de acción, a medio y largo plazo, que permitan frenar y, si fuera posible, revertir el deterioro del planeta. La solución requiere de la colaboración de todos los individuos y de la participación coordinada del total de las Administraciones, aplicando políticas reales y eficaces, más allá de la demagogia y de las buenas palabras. Pero también es imprescindible la involucración de las familias, educadores y de los medios de comunicación (quizás todo comienza por aprender a respetar, “no tirar papeles al suelo”, conocer el entorno y denunciar los problemas medioambientales).

En 1978 el Monzón dejó de funcionar tal y cómo lo había hecho, tal vez, durante millones de años… Y, por eso, tampoco creo que estemos en el tiempo de sorprendernos porque ahora “llueve poco o llueve mucho”, pues hace ya varios decenios que sabemos de las complejas interacciones de los mares con la atmósfera y las masas continentales… Y también, hace cuatro decenios, ya se hablaba del problema del agujero de ozono y del aumento de la desertización… Por consiguiente, no debería de cogernos desprevenidos que cada año aumente la temperatura media del planeta y el deshielo de los casquetes polares amenace con subir el nivel de los océanos, alterando su régimen de corrientes…        

Ya no es el momento de “poner el grito en el cielo” porque en determinadas zonas de África sus habitantes estén acabando con los árboles, sino de constatar el hecho, buscar la causa y, seguramente, proporcionándoles otras fuentes de energía con las que poder cocinar sus alimentos y calentarse por la noche, cuando hace frío… Tampoco es el tiempo de ser transigentes con quien quema los montes o contamina los ríos indiscriminadamente… No es época de ser indulgentes con el furtivo que mata por motivos deportivos o económicos… Y ya no se debería de actuar con indiferencia cuando un superpetrolero aprovecha para limpiar sus tanques, cuando transita por determinadas zonas marítimas…

Concienciación y responsabilidad puede que sean un buen comienzo, pero también son necesarios el compromiso y la diligencia a la hora de aplicar las acciones que se determinen. Cualquier iniciativa destinada a aumentar el respeto por la naturaleza y el medio ambiente, y que contribuya a cambiar los malos hábitos, debe de celebrarse como si se tratase de una nueva oportunidad para evitar el desastre…

Personalmente pienso que todavía estamos a tiempo de mejorar las cosas… El primer paso es tomar conciencia de que nuestro tránsito por este planeta es efímero y que debemos de esforzarnos para dejar la esperanza de un mundo limpio y biodiverso, para las generaciones que aún están por llegar… Ojalá que consiguiésemos que todos los días del año se celebrase el Día Mundial de la Tierra… Felicidades,
    
Ángel Alonso

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