Hace algo más de siete años
estuve visitando la antigua granja donde vivió Karen Blixen, la autora danesa
de Memorias de África. Es un lugar precioso situado en las Tierras Altas, a las
afueras, al suroeste de Nairobi.
Hay que reconocer que no es demasiado
difícil llegar hasta allí. Karen Blixen fue una persona muy apreciada en Kenia
y la ruta desde Nairobi hasta la que fuera su casa, está llena de pequeños
homenajes a su persona, incluidos el nombre de un elegante barrio residencial y
el de la carretera que se desvía desde una de las arterias principales de
entrada y salida de la capital de Kenia, y que lleva directamente hasta su famosa
granja, al pie de las colinas de Ngong.
Una vez que iniciamos la
ascensión hacia las Tierras Altas, atravesamos el histórico barrio residencial
en dónde viven los descendientes de los colonos británicos que decidieron
quedarse en Kenia tras la independencia del país. El paisaje está dominado por
elegantes mansiones y amplias zonas cultivadas con café. Gran parte de esos
cafetales fueron plantados por Karen Blixen, que se arruinó por no ser una zona
especialmente apta para el cultivo del café.
Al cabo de un rato y tras
recorrer dieciséis kilómetros desde Nairobi, se llega a la llanura en dónde se
sitúan la escuela que Karen construyó para los niños kikuyu y, más adelante, la vivienda principal, conocida como M’bogani, que en swahili significa “la mansión
de los bosques”. De los diecisiete años que Karen Blixen vivió en Kenia,
pasó allí los últimos catorce. En esa vivienda transcurrieron los mejores años
de su vida, primero junto a su marido y primo, el barón Bror von Blixen, y más
tarde junto a su amante, el cazador y piloto estadounidense Denys Finch-Hatton.
M’bogani fue adquirida por el gobierno danés, que la donó al pueblo
de Kenia tras su independencia, con la condición de que la convirtieran en un
museo. Y así ha sido. Desde que en 1985 se estrenara la maravillosa película de
Sydney Pollack, Memorias de África,
el Museo Karen Blixen no deja de recibir la visita de miles de turistas
dispuestos a revivir las bucólicas escenas de la película.
Y el caso es que la visita merece
la pena. La casa está exactamente igual que cuando se rodó la película y como
se describe en el libro, Out of Africa
que, de forma autobiográfica, escribió la misma Karen Blixen bajo el seudónimo
de Isak Dinesen. La antigua vivienda es un elegante edificio de piedra con
amplios porches, luminosas habitaciones con chimeneas de piedra, un comedor
revestido de caoba y unas vistas magníficas.
Todo huele a un nostálgico y
romántico pasado colonial. Un tiempo en el que África era más salvaje y
auténtica. Una época y un lugar en el que se podía cenar bajo las estrellas en
vajilla de porcelana y cristalería fina, y se brindaba con champán mientras, no
muy lejos de allí, los leones rugían antes de iniciar su cacería nocturna.
Ángel Alonso
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