Hay dos huellas realmente
significativas en la historia de la Humanidad y, aunque muy distantes en el
tiempo y en el espacio, ambas están estrechamente interrelacionadas.
Una quedó marcada hace tres
millones y medio de años, en un lugar al norte de Tanzania… La otra fue dejada
por el primer hombre que pisó la Luna hace cuarenta y cinco años.
Desde las primeras pisadas del
Australopithecus afarensis, nuestro
antepasado más antiguo, hasta el pequeño paso de Neil Armstrong en la Luna, se
ubica el gran salto de la evolución humana y, ambas huellas, sintetizan la gran
historia de la exploración; desde sus orígenes hasta el punto y aparte que
supone la aventura lunar.
Mirando hacia atrás y viendo
el largo recorrido realizado desde la noche de los tiempos hasta la era
espacial, del homínido al astronauta, y aunque serán otras generaciones las que
lo comprueben, nuestra imaginación adquiere una velocidad de vértigo cuando
pensamos hasta donde podrán llegar nuestros descendientes en el futuro… ¡No hay
límites!... O quizás sí… ¡Nosotros mismos!
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