lunes, 21 de abril de 2014

Thor Heyerdalh, la leyenda del hombre de la Kon- Tiki

El pasado viernes 18 de abril, se cumplió el duodécimo aniversario de la muerte, a los 87 años, del explorador noruego Thor Heyerdahl.



Biólogo, geógrafo y antropólogo, el reto de su vida fue el demostrar que, desde hace más de 5.000 años, los océanos se han constituido en importantes vías de comunicación entre culturas y civilizaciones.

En contra de la corriente más extendida que lo encasilla como un aventurero, Thor Heyerdahl fue, ante todo, un científico que se esforzó en demostrar sus teorías realizando para ello los experimentos que consideró necesarios y, en la mayoría de los casos, su laboratorio fueron los océanos del mundo.      

Como él mismo dijo en numerosas ocasiones, nunca buscó la aventura, pero la aceptaba de buen grado cuando le daba respuestas a las preguntas que se hacía. Para demostrar que, desde tiempos prehistóricos, las grandes masas de agua unen a la Humanidad y no la dividen, el doctor Heyerdahl llegó a construir cuatro embarcaciones siguiendo las mismas técnicas utilizadas por antiguas culturas. En 1947, con la primera y la más famosa, la Kon-Tiki, consiguió surcar los 8.000 kilómetros que separan el puerto de El Callao en Perú y las islas de Tuamotu, en la Polinesia, en una travesía de 101 días. Con esta expedición quiso demostrar que la Polinesia pudo haberse poblado, principalmente, desde América del Sur en lugar de, como siempre se había aceptado oficialmente, desde el sudeste asiático.

Más tarde, en 1969, con una embarcación construida según las técnicas de los antiguos egipcios, la Ra I, trata de llegar desde África a América pero naufraga cerca de las islas Barbados en el Caribe. Como, según su criterio, se trataba de un experimento científico, Thor Heyerdahl se replantea el diseño y la construcción de la embarcación y llega a la conclusión de que el problema radicaba en la falta de una gran cuerda que recorriera toda la embarcación para hacerla más compacta. Con esta mejora y otras pequeñas modificaciones, nace la Ra II con la que en 1970 parte del puerto de Safi, en Marruecos, y, tras 51 días de navegación, llega a Bridgetown en las islas Barbados. Quedaba demostrado que los antiguos egipcios o cualquier otra cultura contemporánea, pudieron cruzar el Atlántico y llegar a América en otra época muy lejana.

Años más tarde, en 1977, el doctor Heyerdahl pretende probar la existencia de una posible ruta migratoria que, hace 5.000 años, habrían usado los sumerios para viajar de Irak al Índico. Para ello construye con juncos una nueva embarcación a la que asigna el nombre de Tigris. Sale de Qurna, en Irak, navega por el Valle del Indo y, tras cinco meses de travesía, vive uno de sus momentos más amargos, porque al llegar al puerto de Massawa, en Djibouti, decide incendiar la Tigris para llamar la atención del mundo sobre los graves problemas medioambientales que, ya por aquellos años, afectaron por primera vez en la historia a los monzones de la zona. Thor Heyerdahl envió una nota al secretario general de la ONU en la que denunciaba el aumento del nivel del océano, la existencia de cambios en la atmósfera, el problema del agujero de ozono y la disminución de la vegetación… Ya por aquel entonces se estaban cambiando los vientos y, con ellos, las corrientes oceánicas y el clima. Además Thor Heyerdahl también denunció el que, por aquellos años, se estaba librando una cruel guerra en Etiopía, en la que diariamente morían muchas personas y que no parecía recabar la atención de los países desarrollados… El explorador pedía respeto por la naturaleza y por el hombre.

Dejando a un lado sus travesías oceánicas, el científico noruego continuó por todo el mundo con sus estudios y excavaciones en busca de pistas e información que le permitieran completar el mapamundi humano de la prehistoria. Autor de un gran número de libros, varios de ellos auténticos mitos del género, el doctor Heyerdahl recorrió las universidades y los foros más prestigiosos del mundo exponiendo sus estudios y teorías sobre las migraciones humanas en la antigüedad, siendo tratado como una celebridad y recibido con gran consideración por los más altos dignatarios internacionales.

Es posible que Thor Heyerdahl haya sido el último gran personaje de una de las épocas más heroicas del mundo de la exploración que se inició a mediados del siglo XIX y duró hasta la mitad del XX. Quizás la aportación directa de sus exploraciones al mundo de la ciencia podría ser que, en la actualidad, se comience a aceptar que el hombre antiguo se movía y que viajaba mucho más de lo que hasta hace poco se pensaba. Hoy día ya se empieza a entender como posible la hipótesis de que, desde que el hombre fue capaz de navegar, hubo un intercambio muy intenso entre los diferentes pueblos y culturas de la antigüedad.

En lo que se refiere en su aportación al mundo de la exploración y la aventura, su imagen se agranda con el paso de los años y todavía tendrá que pasar aún algún tiempo para que su figura sea considerada en toda su dimensión.

Thor Heyerdahl, que vivió principalmente en Tenerife durante los últimos años de su vida estudiando las Pirámides de Güímar, murió en su casa de Italia víctima de un   cáncer  incurable y después de haber tomado la decisión de renunciar al tratamiento para poder, según sus propias palabras, “alcanzar el crepúsculo de forma natural”. Todavía, hasta poco antes de morir, por su cabeza rondaban muchos proyectos de nuevas expediciones… Uno de los últimos, “ir tras los pasos de Odín” siguiendo la pista de una tribu originaria de las orillas del río Don, que en la antigüedad pudo viajar hasta asentarse en Escandinavia y dar origen a los vikingos y a toda su mitología… Sería bonito pensar que, al final, este proyecto se pudiese haber completado y que ahora mismo Thor Heyerdahl se encontrase descansando en el Valhala.


Ángel Alonso

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