Los avances, el descubrimiento,
el progreso... Todo tiene un precio o una contraprestación. La audacia, la
curiosidad, el valor o el salirse de lo común, también aporta perspectiva,
innovación y conocimientos.
¿Que hubiera sido de nosotros si
nuestros antepasados no hubiesen abandonado nunca la seguridad de los bosques
para adentrarse en la incertidumbre de la sabana? Seguro que muchísimos
murieron por agotamiento, inanición o devorados por la fieras... Seguro que al
primer contratiempo algunos se rendirían y volverían a la seguridad de su
antiguo hogar... Pero otros, es posible que los menos, prefirieron arriesgarse
e intentar superar los inconvenientes que la madre naturaleza les iba poniendo
por el camino.
Aquellos locos, que estamos seguros que en su momento serían criticados y
acusados por sus congéneres de pagar un alto precio por un capricho o
esforzarse en lo que ellos consideraban lo inútil, es innegable que pagarían un
altísimo precio pero, poco a poco, fueron venciendo las adversidades y
ampliando su conocimiento.
El resultado de todo aquello
tardó muchísimo tiempo en concretarse y, es posible, que los protagonistas y
los descendientes de sus descendientes no fuesen conscientes del camino
emprendido y, también, es posible que cada poco se produjese una nueva escisión
entre los que preferían arriesgar y los que no.
Así se formó la Humanidad como
descendientes de aquellos primitivos seres que se arriesgaron e innovaron. Los
hijos de aquellos que prefirieron hacer lo contrario y permanecer en la fugaz
seguridad del bosque, es posible que todavía sigan por ahí, saltando de árbol
en árbol, o lo más seguro es que lleven centenares de miles de años extinguidos
de la faz del planeta Tierra.
Por eso, aunque el precio a
menudo pueda parecernos demasiado alto, debemos esforzarnos en su amortización
y en seguir adelante, lo llevamos en los genes... Es nuestra labor y nuestra
responsabilidad para las generaciones futuras.
Ángel Alonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario