El
mundo en el que nos ha tocado vivir resulta cada vez más complejo… La actual
situación económica que dificulta el día a día y eleva a la categoría de hazaña
el llegar a final de mes… El enredado escenario sociopolítico con la
incorporación de nuevos problemas a un entorno sometido a continuos cambios…
La
permanente amenaza terrorista que impide que los gobiernos se centren en otras
cosas… Los fanatismosreligiosos y la falta de apertura a los nuevos tiempos…
La lacra persistente de la explotación de unos seres humanos, por otros no tan
humanos… La preocupación por el medio ambiente y el temor a las
transformaciones que se desprendan del cambio climático… La creciente escasez
de energía, materias primas y recursos naturales… La incertidumbre generalizada
y el recelo a lo que está por venir…
Ante
este panorama tan poco halagüeño, es difícil que la gente pueda esperar que le
pasen cosas extraordinarias. Pero a veces pasan y ocurren de verdad… ¿Y qué se
puede hacer cuando eso sucede? Pues, simplemente, dejarnos arrastrar por ellas.
En
algún momento, todos necesitamos poner algo de emoción en nuestras vidas,
cumplir algún sueño, disfrutar intensamente de los momentos más memorables,
arriesgarnos por lo que nos importa, luchar por lo que queremos… En definitiva,
echarle un poco de sal y pimienta a la vida.
Es muy
probable que, a lo largo de nuestra vida, nunca recibamos un misterioso paquete
con las indicaciones necesarias para localizar un importante tesoro o una
valiosa reliquia arqueológica… También es muy posible que nunca lleguemos a
realizar el viaje de nuestra vida… Y puede incluso, que jamás lleguemos a hacer
aquello que siempre quisimos realizar… Pero lo que sí es seguro, es que tenemos
que hacer lo posible para impedir que el gris del día a día llegue a menguar la
capacidad de soñar.
Soñar es esperar que nos sucedan
cosas extraordinarias, alimenta la esperanza y recarga el espíritu de lucha y
las ganas de vivir… Soñar es bueno.
Ángel Alonso
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