Hace un par de días que leí
una palabra en un libro y, desde entonces, no puedo quitármela de la cabeza: Anábasis.
Una hermosa palabra, de origen
griego, que viene a significar algo así como, viaje muy largo, travesía de gran
recorrido, marcha de muchísima duración.
El ritmo frenético que vivimos
en la época actual nos impide a casi todos realizar ese tipo de experiencias
hoy en día. Si salimos a viajar por el mundo, siempre vamos con los días
contados y todo perfectamente planificado para aprovechar bien el tiempo.
Desgraciadamente, para la
mayoría de nosotros, se hace poco menos que imposible el poder vivir plenamente
una trascendental experiencia de descubrimiento, de iniciación o de vida, en
tan sólo quince días de viaje.
En la actualidad son muy pocas
las personas que pueden o se atreven a arriesgarse en una Anábasis de varios años, por algún lugar remoto del mundo, viviendo
una y mil aventuras como tan sólo lo pueden hacer quienes deciden embarcarse,
de verdad, en una empresa de resultado incierto, y ser dueños de su propio
destino.
Me gusta la palabra Anábasis, no sólo por su sonoridad sino
también por todo lo que la rodea: viajes, travesías, nuevas gentes, nuevos
lugares… aventura, libertad…
Ángel Alonso
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