En algunas ocasiones, el hombre
se ve atrapado por un serio dilema… Por un lado nuestra naturaleza animal nos
obliga a huir del peligro y, sin embargo, al mismo tiempo, a veces sentimos la
necesidad de desafiarlo, de enfrentarnos a él.
Junto con el resto de los seres
vivos, todos estamos condenados a morir, pero es posible que quizás seamos el
único animal que sea consciente de ello… Pero es precisamente esa consciencia
sobre nuestra mortalidad, el saber que existe una oscuridad que nos aguarda al
final del camino, la que da sentido a la luz, la que hace que la vida se
convierta en una aventura apasionante e irrepetible que debemos de apurar hasta
el último sorbo.
En nuestra existencia el placer y
el dolor siempre van unidos y no existe lo uno sin lo otro… Todas las cosas que
nos aportan felicidad y alegría, también pueden hacernos sufrir. No se puede
pretender obtener un grado de satisfacción sin estar dispuestos a pagar un
precio adecuado en sufrimiento y esfuerzo. No podemos amar intensamente sin el
temor a ser rechazados. Siempre apreciamos más, aquello que más nos ha costado…
Así es el camino que tenemos que
recorrer desde que nacemos. Un itinerario lleno de sorpresas y, también, de
monotonías… Un trayecto a veces muy duro y otras más cómodo… Un recorrido lleno
de alegrías, pero también de malos ratos… Una distancia que debemos de cubrir
con amor y pasión… ¡Así es la aventura!... ¡Así es la vida!...
Ángel Alonso
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