De todos es sabido que, en épocas de dificultad, se necesita la visión profesional de los informadores para distinguir la verdad de la mentira y que una democracia es más fuerte cuantas menos dificultades se ponga a la libertad de prensa, y a la ética y objetiva labor de los periodistas.
De un tiempo a esta parte estamos viviendo una situación anómala. La proliferación de noticias falsas y la dificultad, en algunas ocasiones, para que los periodistas puedan desarrollar su labor en libertad y con independencia, están marcando unos tiempos que, en ocasiones, podrían recordar a pasados movimientos totalitarios, de muy triste memoria.
Los radicalismos y autoritarismos siempre acaban atajando por el camino de la imposición y una de sus primeras víctimas es la libertad de prensa y la libertad de expresión… esto lo consiguen acabando previamente con la ética profesional de quienes tienen la responsabilidad de informar de la verdad, con objetividad… La finalidad siempre es destruir los cimientos y la cohesión sobre los que se construye la sociedad, comprometiendo su sistema de derechos y libertades, para, de forma ilegítima, acabar decidiendo sobre personas y territorios.
Junto con la Justicia y el Estado de Derecho, los Medios de Comunicación establecen los frenos y contrapesos al poder, y, lamentablemente, resulta sorprendente que, a estas alturas, todavía haya que recordar la necesidad y obligación, de respetar la labor periodística y que ésta se desarrolle en completa libertad, y con la máxima transparencia.
El señalar a medios críticos y a periodistas díscolos, y el poner trabas al derecho a la información, plantea un oscuro y bochornoso horizonte para cualquier Estado de Derecho que, además, se considere democrático y garante de los derechos elementales de sus ciudadanos.
En lo que se refiere a la ética profesional, los periodistas, en el ejercicio de su profesión, deben de publicar la verdad, porque la labor independiente y honesta de los profesionales de la información, constituye la mejor garantía para el mantenimiento de la buena salud de la sociedad y de la democracia…
En gran parte del mundo, todavía existe la censura, y los editores, publicadores y periodistas, son acosados, atacados, detenidos e incluso asesinados por ejercer su profesión… Esto nos debería hacer reflexionar sobre el hecho de que la libertad no es algo que se deba descuidar… Hay que amarla, cultivarla y protegerla, como el tesoro valiosísimo que es y porque, desgraciadamente, siempre hay quien cae en la tentación de querer mejorar su vida y consolidar sus intereses personales, a costa de limitar los derechos y libertades del resto de los ciudadanos que, por ignorancia o por un exceso de ingenuidad, acaban cayendo en las trampas de personajes disfrazados de demócratas y aficionados al totalitarismo. Ángel Alonso

No hay comentarios:
Publicar un comentario