jueves, 1 de mayo de 2025

La hora de los brujos, magos y chamanes

Llevamos una pandemia, una erupción volcánica, una nevada bíblica, una DANA desatada y un apagón colosal… ¿Casualidad? Es difícil saberlo, pero lo cierto es que desde que, desde mediados de 2018, no hemos levantado cabeza y todo ha ido de mal en peor… Tal es la sucesión de desgracias y de catástrofes que estamos padeciendo que la sospecha ha prendido y ya anda circulando por ahí…

Es la hora de los brujos, magos y chamanes… Es el momento de movilizar a todo aquel que, con hechizos o conjuros, sea capaz de neutralizar los efectos de una persona desafortunada, que nos está acarreando mala suerte… Es decir, se extiende la creencia de que un poderoso gafe habita entre nosotros…

Los partidarios de esta hipótesis se apoyan en que tanta catástrofe seguida no es normal y apuntan que es imposible gestionar tan deficientemente, porque incluso, y según un estudio matemático, equivocándose alguna vez, aunque fuese de chiripa, algo debería de salir bien… cosa que hasta el momento no ha sucedido.

Ya es tal el temor contagiado, que cada vez son más los sectores que prefieren pasar desapercibidos, en el mayor de los anonimatos y abandonados a su suerte, tratar de sobrevivir sin llamar la atención, no sea que el gafe se fije en ellos y les condene, irremediablemente, a sufrir todas clase de calamidades…

Y el caso es que el gafe tiene la repercusión que tiene, en función de su área de influencia… Si tiene poco estatus y poco recorrido, la desgracia sólo afectará a su círculo más íntimo o cercano… Pero el problema viene si el gafe está apoyado, porque siempre sobrevivirá… No habrá desastre del que no saque tajada, ni desgracia que no aproveche para aumentar su influencia y su beneficio…

Al igual que un líder mesiánico, diga lo que diga y haga lo que haga, a sus adeptos todo les parecerá bien y, donde los demás ven una desgracia con patas, ellos siempre verán al líder iluminado al que ningún mar impedirá seguir avanzando, porque separará las aguas o, si no, todos juntos, en alegre romería, lo superarán caminando sobre su superficie… 

Al final, evidentemente, nada bueno puede salir de donde nada bueno hay… Es el caldo de cultivo perfecto para la maldad, la incompetencia y, lo peor, la ideología… Ésta última imprescindible para cualquier gafe de pro que pretenda aprovecharse y vivir muy bien gracias al cultivado fanatismo de sus adeptos…

Pase lo que pase el gafe nunca reconocerá sus efectos y siempre buscará a alguien a quien echar la culpa de todo… Si hace falta aceptará cualquier humillación y no dudará en presentarse ante su parroquia como víctima de una sociedad desagradecida que no reconoce sus desvelos y que no le merece…

Como ya dijera Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.                                                                                                                                                                                                                              Ángel Alonso

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