“El diluvio que viene”, es una deliciosa comedia musical en dos actos, de los italianos Pietro Garinei y Sandro Giovannini, basada en la adaptación libre de la novela, “Después de mí el Diluvio”, de David Forest.
En España se representó por primera vez el 11 de marzo de 1977, en el Teatro Monumental de Madrid. La obra permaneció en cartel de forma ininterrumpida hasta el verano de 1980, suponiendo, en aquel entonces, un éxito sin precedentes en la comedia musical en España…
Recuerdo que, junto con todo mi curso del colegio, asistí a una de sus primeras representaciones y lo pasamos de maravilla, especialmente, cuando, hacia el final, en lugar de agua, del techo del teatro empezaron a llover billetes de dinero de juguete, que servían de promoción del musical.
Haciendo una sinopsis breve, podríamos decir que la humanidad vuelve a traspasar los límites y Dios prepara un segundo diluvio universal como método drástico para volver a poner orden… De ello informa telefónicamente a un párroco de pueblo para que comience a construir un nuevo arca en el que deberá salvar a su aldea, por haber sido ésta la elegida para repoblar la Tierra… A partir de ahí empiezan los divertidos enredos y los malentendidos, con un desenlace que, evidentemente, no les voy a desvelar, al tiempo que les recomiendo que, si tienen la oportunidad, no se lo pierdan.
El caso es que ha sido la actual situación internacional y, especialmente, la nacional, la que me ha traído a la cabeza el recuerdo de “El diluvio que viene”. Es justo reconocer que, más que a la geopolítica actual, al tratarse del género comedia musical, la adaptación de la obra le viene de maravilla a nuestro sainete patrio… sin restarle gravedad, sobradamente encasillado entre lo cutre y lo esperpéntico… y con las expectativas en todo lo alto, ante la alta probabilidad de que, en cualquier momento, alguno de sus actores comience a cantar…
En lo que se refiere a su adaptación al enredo internacional, la comedia musical, pasa a ser directamente un drama agónico… Nada termina de resolverse y no tiene ni puñetera gracia… Es más, el actor principal de la obra, que tanto interés despertó antes de salir a escena, ha defraudado estrepitosamente… Es cierto que todavía puede recomponerse en el escenario y acaparar de nuevo el interés, pero da la sensación de que, en lugar de cantar, está dando el cante… y que, en lugar de brillar, acabe abucheado.
“El diluvio que viene”, ante la amenaza de la consumación de un nuevo castigo universal por mal comportamiento, mantenía cierta tensión en la trama y, desde el principio, un tufillo de necesidad de redención, no solo para evitar la gran inundación, sino también por el reconocimiento de que la cosa no iba muy bien…
A diferencia de en la comedia musical, en el enredo internacional y, especialmente, en el sainete patrio, “El diluvio que viene” no hay quien lo pare…
Ángel
Alonso
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