jueves, 27 de febrero de 2025

Periodismo y Aventura

Desde el origen de los tiempos, retrocediendo al momento en el que una brizna de inteligencia iluminó el cerebro de algunos de los simios que habitaban la zona oriental de África y con ello comenzara la apasionante aventura de la Humanidad, si hay algo que ha diferenciado al hombre de los animales es su memoria colectiva, es decir, su capacidad de aprendizaje y asimilación de los conocimientos y experiencias transmitidas por los miembros de la especie, ya sean antecesores o contemporáneos, y su facilidad instintiva de avanzar en el conocimiento, de generación en generación.

Quizás es posible que, precisamente, este instinto de conocimiento colectivo fuera el que hiciera que los primeros periodistas del género humano fuesen aquellos esforzados buscadores de comida, agua y refugio que se aventuraban a lo desconocido y, posteriormente y si conseguían sobrevivir, regresasen al seno de la comunidad para dar las buenas o malas noticias al resto del grupo, descubriendo el mundo para ellos y para las generaciones futuras.

De este instinto de supervivencia colectiva es posible que naciera el reflejo y la necesidad de contar cosas… Nadie puede reprimir y guardar para sí solo, un conocimiento, algo extraordinario o cualquier cosa que el sujeto considere de interés para los demás individuos con los que se relaciona; y es posible que esas experiencias vividas o esos conocimientos adquiridos tras la conclusión de una empresa de resultado incierto, marcasen el nacimiento del periodismo más primitivo.

Por eso resulta difícil de diseccionar y deshacer la relación existente entre periodismo y aventura; y, sin embargo, sí resultaría mucho más fácil designar a los primeros aventureros, aquellos primeros homínidos que se separaron temporalmente del grupo, como los primeros periodistas…

Dando un enorme salto en el tiempo, descubrimos a hombres famosos de la Antigüedad como Herodoto o Nearco que, podríamos decir, marcan el inicio de las crónicas viajeras y el relato de los descubrimientos. Las nuevas rutas, las culturas encontradas y el ensanche de los horizontes del mundo conocido, fueron descritos y narrados por los aventureros que acompañaron a Hannon de Cartago, Alejandro Magno o Julio César.

Con el avance de la civilización y el desarrollo del transporte, las crónicas de los aventureros fueron ganando en temporalidad, lo que aumentó el interés del gran público por las noticias y relatos llegados de lugares lejanos… El desarrollo del comercio y el ansia de riquezas prodigaron la figura del viajero, en cuyo interior anidaban, entre otras, dos motivaciones principales: la necesidad y el espíritu de aventura...

Por itinerarios casi mágicos circularon un sin fin de historias, crónicas y relatos que fascinaban a las gentes, convirtiéndolas en consumidores del periodismo de aventura de la época que, a pesar de sus retrasos temporales, sin duda les parecería de rabiosa actualidad…                                                                                                                                                                                                                                   Ángel Alonso

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