Aunque todavía sigamos sin asimilarlo, tan sólo un mes después del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el mundo se haya “patas arriba…” Todo es muy inquietante y la incertidumbre ha soltado sus negros nubarrones sobre el futuro de lo que, hasta unas semanas, era predecible…
Se está cociendo un nuevo orden mundial, pero no como un guiso con fundamento y de alta cocina… no… se está asando a la parrilla, como una hamburguesa, mal descongelada, en un cutre establecimiento de comida rápida… Todo va muy rápido… Demasiado.
Europa entera, Ucrania incluida… Canadá, Japón y Corea del Sur… incluso Taiwán… están a verlas venir. Todavía no se han hecho a la idea de que todo ha cambiado y, por supuesto, aún no tienen claro cómo reaccionar. Sin duda la incredulidad y la estupefacción con la que se está asistiendo al teatrillo con el que se pretende repartir nuevas cartas y, de paso, dividirse el mundo, está poniendo de manifiesto que la vieja Europa, está muy mayor y que el nivel de sus dirigentes deja mucho que desear.
No hay líderes reconocibles, ni tampoco visión a medio y largo plazo… Llevamos disfrutando de ochenta años de paz regalada y garantizada por el que, hasta ahora, era el policía del mundo, amable con la vieja Europa… pero, de repente, ese garante de la paz y de la seguridad de sus socios, no sólo ha presentado su carta de renuncia, sino que, además, exige el finiquito por los servicios prestados…
Repentinamente, la acomodada y achacosa Europa acaba de descubrir la necesidad y lo caro que resulta reemplazar los servicios que prestaba su dimitido protector y, como era de esperar, todos se resisten a pagar tan alto precio por lo que, hasta este momento, se prestaba a un precio razonable.
En 1998, con el auspicio del New York Times, el estadounidense Spencer Johnson publicó un libro de motivación en estilo de parábola y alegoría… el célebre, “¿Quién se ha llevado mi queso?” Desde su lanzamiento, el libro se convirtió en un superventas en Estados Unidos y permaneció en la lista por casi cinco años.
El libro habla de dos ratoncitos y dos pequeños liliputienses que vivían en un laberinto. Los cuatro personajes dependían del queso para alimentarse y ser felices, y como habían encontrado una habitación repleta de queso, vivieron durante un tiempo muy contentos… Pero, nada es para siempre y un buen día el queso desapareció...
Conviene aclarar que, en el relato, el queso representa cualquier cosa que se quiera alcanzar o mantener y el laberinto es la realidad, con zonas desconocidas y peligrosas, callejones sin salida, oscuros recovecos... y, ¿por qué no? También habitaciones llenas de queso…
“¿Quién se ha llevado mi queso?”, describe los cambios que se producen en el trabajo, en la economía, en la política, en la seguridad, en el entorno… y, en definitiva, en todos los ámbitos de la vida… y trata de las cuatro típicas reacciones, que se representan en los personajes de los dos ratones, los dos liliputienses, y sus búsquedas de queso.
Esas cuatro habituales reacciones son: resistirse al cambio por miedo a algo peor, aprender a adaptarse cuando se comprende que el cambio puede conducir a algo mejor, detectar pronto el cambio y finalmente apresurarse hacia la acción…
Todo parece apuntar a que, ahora mismo, Estados Unidos ha dejado de ser un socio fiable… El mundo se tambalea y, inevitablemente, vamos hacia un nuevo orden mundial…
Les refresco el título del libro… “¿Quién se ha llevado mi queso?”
Ángel
Alonso
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