jueves, 21 de noviembre de 2024

Las comparaciones son odiosas

Por estos días tenemos dos claros protagonistas de la actualidad y, además, por motivos marcadamente diferentes… Por un lado, Rafael Nadal con su retirada del tenis profesional… y, por el otro, el tío del fango y su banda.

Del primero se podría decir que representa lo mejor de España, del otro, lo más suave que se puede decir es que es un impresentable…

Por la felicidad que ha repartido y los buenos ratos que nos ha regalado, la retirada de Nadal es una triste noticia y, por el contrario, la noticia triste es que el tío del fango todavía sigue…

Lo deja un deportista, inteligente, trabajador, bueno, honesto, decente, generoso y cargado de valores… Sigue un tío amoral, sin principios, tramposo, malo, sin escrúpulos, indecente, con total ausencia de valores y sin ningún sentido de la dignidad…

Del uno no queríamos que se retirase, pero se ha retirado… Del otro estamos deseando que se “vaya a hacer puñetas”, pero no se va ni con agua caliente…

A uno le vemos por televisión y nos induce alegría y agradecimiento… y ver al otro nos provoca asco e indignación… Al uno estaríamos encantados de conocer en persona y darle un abrazo… mientras que, en lo referente al otro, es preferible ir al dentista a que te extraigan una muela, antes que tener que sufrir su presencia en vivo y en directo…

Uno puede salir a la calle e ir por donde quiera, recibiendo el cariño de todo el mundo… y el otro, con tan solo asomar la cara, exalta los ánimos y provoca los insultos y el reproche de la gente…

Del deportista pensamos que fue muy poco el homenaje que se le hizo tras su último partido como profesional, y que se merecía mucho más… Y del tío del fango, cada vez son más los que piensan que el homenaje que se merece es el de sentarse ante un juez…

Éstas son algunas de las diferencias que, como un gran abismo, separan a los dos principales protagonistas de los que todo el mundo habla, por estos días, en España… El uno es un orgullo… El otro una vergüenza… Dicen que las comparaciones son odiosas, pero, en este caso concreto, lo son aún más…

Ángel Alonso 

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