Seguimos escarbando en el fondo del pozo en el que acabaremos enterrando nuestra Democracia y el Estado de Derecho, con el que hemos tenido el mejor periodo de prosperidad y convivencia de nuestra historia reciente.
Es muy posible que usted se encuentre ahora mismo muy preocupado por el presente y futuro, quizás desolado y con un cabreo monumental… Lo normal… Pero ya no es el momento de lamentaciones, ni de matices ideológicos, ni de egoísmos partidarios. Todo eso ya no sirve de nada… Es el momento de plantearnos si seguimos queriendo una España democrática y al amparo del Estado de Derecho, o por el contrario preferimos embarcarnos en una aventura, sin escrúpulos, tutelada por la infamia, la impunidad, la desigualdad y la desvergüenza.
Sigo siendo optimista y continuo creyendo que el Estado se defiende a sí mismo y que, ante el destrozo que se avecina, las tibiezas y la actitud lanar que hemos visto hasta ahora, estoy convencido de que ciudadanos, empresarios, miembros de la Administración e integrantes de los poderes del Estado, reaccionarán, y democráticamente, y por los cauces oportunos, se desactivará el disparate que nos está haciendo ser la vergüenza del mundo.
No es fácil ser demócrata ni tener principios en los tiempos que corren. Es como intentar pelear con los dos brazos atados a la espalda, contra quien utiliza sin límites y sin escrúpulos, brazos, piernas e incluso cabezazos… No es lo mismo estar sujetos a las reglas de un Estado Democrático de Derecho, que desenvolverte sin principios, ni ética, ni moral… Claramente estamos en desventaja… Pero somos más y de nosotros depende que dejemos que decidan por nosotros sobre lo que es de todos o seamos nosotros los que decidamos que hasta aquí hemos llegado.
Como decía antes, sigo confiando en que el Estado se defiende a sí mismo y que este disparate se va a frenar. No concibo como la nación más antigua de Europa, con el pasado más glorioso de todos los tiempos, ha acabado en manos de una banda que quiere acabar con ella.
El perder el tiempo en analizar qué hemos hecho o qué hemos dejado de hacer para llegar hasta aquí, ya no merece la pena. Quizás estamos ante la última oportunidad para plantar cara al “Señor de la Noche” y sus “Caminantes Blancos”. El invierno ya está aquí…
Ángel
Alonso
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