jueves, 21 de septiembre de 2023

Resistir a la tontuna

En tiempos de ignominia y de ausencia de escrúpulos, en los que la desvergüenza y la ambición personal desmedida de un solo individuo, amenazan con acabar con lo más básico en una democracia, como son la libertad, la igualdad y el respeto de la Ley, quien más y quien menos miramos con preocupación al futuro y buscamos a nuestro alrededor al líder que nos arregle la situación.

¿Pero cómo hemos podido llegar a este punto en el que estamos?  Pues bien, evidentemente estas cosas nunca ocurren por una sola causa, ni suceden de un día para otro… Primero llegan los síntomas y, si no se atajan, a continuación, llega la enfermedad.

Dar con un diagnóstico no resulta sencillo. Cuando sufrimos alguna dolencia y vamos al médico para que nos cure, para alguien normal resulta impensable ocultarle la verdad al doctor. En base a los síntomas nos pregunta y nosotros respondemos intentando ser lo más claros posible. Por interés propio, se trata de dar la mayor cantidad de información veraz para facilitar la labor del médico, a la hora de encontrar la causa de nuestra dolencia y que pueda actuar con medicamentos o soluciones quirúrgicas al restablecimiento de nuestra salud.   

En esta época en la que nos ha tocado vivir, en la que casi todo se cuestiona y casi nada se respeta, en la que algunos se empeñan en engorrinarlo todo… tiempos en que lo tradicional está pasando a ser lo anormal y en los que, al menos hasta ahora, lo que resultaba peculiar se está imponiendo a la fuerza y acabará siendo lo cotidiano… En esta época en la que el esperpento se supera semana a semana y, poco a poco, va agotando nuestra capacidad de asombro, si analizamos con detalle los síntomas y si tuviéramos que aventurar una causa de por qué nos está pasando lo que nos está pasando, no andaremos muy descaminados si señalamos como causa principal de nuestros males a la tontuna…

La tontuna es esa enfermedad cuyos primeros síntomas de contagio aparecen en la juventud y que, lejos de curarse, se agrava con la edad… Un mal que encuentra un excepcional caldo de cultivo en la pérdida de calidad del sistema educativo y que campa a sus anchas extendiendo la epidemia, y confundiendo la separación entre lo social y políticamente correcto, y la gilipollez más recalcitrante…

En plena virulencia del actual brote de tontuna, todo apunta a que la situación seguirá agravándose hasta que todos seamos realmente tontos o, algo poco probable, algún disidente descubra una vacuna o algún remedio curativo que consiga que la epidemia comience a remitir y que pueda volver la esperanza de recuperar algo de sentido común, un poco de inteligencia, una chispa de curiosidad, unos gramos de crítica, una pizca de rebeldía y un voraz apetito de igualdad y de libertad.

Lamentablemente la epidemia de tontuna tiene muy mala pinta, el contagio está descontrolado y ya somos tantos, tan tontos, que resulta muy difícil revertir el proceso. Aunque sea poco probable siempre queda la esperanza de que el virus de la tontuna vaya mutando y, ¿quién sabe?, con el paso del tiempo es posible que pierda virulencia.

Mientras averiguamos si esto sucede o no, y si todavía no ha sido contagiado, procure evitar la exposición y el contacto con los tontos. Desconfíe, hay esparcidores muy activos de tontuna con apariencia de personas inteligentes, pero que no lo son, y que harán todo lo posible para infectarle para que sirva a los intereses de su amo… Por favor, resista.    

Ángel Alonso

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario