jueves, 1 de diciembre de 2022

Las reglas de juego

La semana pasada quedábamos expectantes, a la espera de nuevos escándalos, y estos últimos días ya hemos tenido una buena ración de ellos… Confieso que se me empiezan a poner los pelos como escarpias, solo por pensar en que otra buena batería de escándalos se está cocinando y que irán saliendo a la luz en los próximos días…

Adaptando un viejo eslogan publicitario de mi adolescencia, relativo al Día de San Valentín, Día de los Enamorados, podría decir aquello de “hoy estoy más escandalizado que ayer, pero menos escandalizado que mañana…” El panorama patrio está desatado, se han roto las reglas de juego y, si alguna vez la hubo, se ha perdido la vergüenza…

A estas alturas me cuesta trabajo hacerme a la idea de que hay españoles a los que les gusta esto y que sueñan con que nuestro país recorra la senda que en su día recorrieron Argentina, Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y otros países hermanos de la región que, en su día, vieron como la desgracia llamaba a su puerta, en forma de populismo, comunismo, radicalismo y, con ello, el enfrentamiento, la ruina y la miseria…

A usted que me está escuchando… ¿De verdad es eso lo que quiere para España? ¿Le parece bien la pérdida de libertad a la que nos están llevando y está de acuerdo con dejar a nuestros hijos, nietos y puede que bisnietos, una deuda insoportable, que arrastrarán durante toda su vida, fruto de la arbitrariedad, la mala gestión y la puesta en marcha de un sistema de regalías, con la única finalidad de perpetuarse en el poder, comprando voluntades?

¿Y qué me dice de la radicalización que busca el enfrentamiento entre españoles y que, peligrosamente, nos devuelven noventa años atrás a los tiempos más trágicos y oscuros de nuestra historia? Y, ya puestos, me gustaría saber su parecer y si es de su gusto que nos traten como idiotas, que nos engañen continuamente, que tengamos que asistir a cómo van acabando con los signos de identidad de nuestra cultura y de nuestra sociedad… Estoy muy interesado en conocer lo que piensa cuando comprueba el deterioro de nuestro Estado de Derecho y de nuestra democracia, con el asalto diario a nuestras instituciones.

¿De verdad está convencido de que la desgracia que estamos soportando es lo mejor para España? ¿Está contento con la gestión? ¿Le están solucionando sus problemas? ¿En serio cree que estamos en buenas manos y que, con ellos, nuestro futuro está garantizado?

Estamos asistiendo a como una parte menor de españoles trata de imponer, unilateralmente, a cualquier precio y para gloria de su líder, su modelo de sociedad a otra parte mayor. La gravedad de la degeneración democrática y de los cambios de fondo que se están haciendo y otros que se quieren imponer a nuestro marco institucional, nos están empujando a un radicalismo general, creado artificialmente que, de forma muy inquietante, comienza a parecerse demasiado al clima social de hace noventa años y que acabó como acabó.

Se han roto las reglas de juego y se ha perdido la vergüenza, pero también, gracias a Dios, todavía estamos a tiempo de decidir nuestro futuro… Es nuestra responsabilidad… Hagámoslo.

Ángel Alonso

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