Ha acabado la Cumbre de la OTAN de Madrid y, no nos engañemos, hoy todavía estamos un poco peor que ayer… Si somos tan ingenuos como para pensar que a partir de ahora nuestros principales problemas van a ir encontrando solución es que, definitivamente, nos merecemos lo que tenemos.
Incluso coincidiendo en la misma ubicación de celebración, el IFEMA, el recinto ferial de la Comunidad de Madrid, la Cumbre de la OTAN ha sido como la Feria Internacional de Turismo a la que todos los asistentes acuden con los deberes ya hechos y las decisiones tomadas, pero que viene estupendamente para “darse un rulo” gratis y a cuerpo de rey, y ver y dejarse ver, con el resto de la “cuchipandi”.
La cosa no hubiera estado nada mal si pintásemos algo en el concierto internacional… La organización ha sido impecable y se ha dado una buena imagen de España ante el mundo. Pero, no nos engañemos, pasado mañana, de lo máximo que se acordarán de nosotros será de lo bien que cenaron con los menús elaborados por Paco Roncero y José Andrés…
Puede que, incluso, la triste realidad guarde un postrero punto de crueldad cuando, dentro de unos días, el senil emperador del mundo al que nuestro Churchill patrio ha hecho la pelota hasta la náusea, en alguna conversación cualquiera, al hacer referencia de nosotros nos confunda con Chipre o Túnez.
Mientras nuestro “pagafantas” delegado jugaba a líder mundial con la “alegre pandilla” (del mismo modo que aquel niño, que todos hemos conocido cuando éramos pequeños y que tan solo conseguía entrar en el equipo, y de portero, cuando ponía el balón e invitaba a caramelos al resto de los jugadores), el IPC está desbocado al 10,2%, se continúan asaltando las pocas instituciones que aún no han sido colonizadas, se sigue pactando y sacando leyes absurdas y radicales con los que quieren destruir España y, en definitiva, la gran mayoría de nosotros hoy somos más pobres que ayer, pero menos que mañana…
Ha terminado la Cumbre de la OTAN de Madrid y la sensación que queda es la de la oportunidad perdida que ya nunca volverá… No hemos influido en nada, ni hemos conseguido incluir en la memoria final algún punto que beneficie claramente a nuestros intereses… Más bien al contrario, nos quedamos con las facturas pendientes de todo lo que hemos tenido que comprar para la operación de imagen y redención de nuestro exultante líder que, sabedor del desastre que nos va a dejar, busca desesperadamente el acomodo de algún atractivo y bien remunerado cargo internacional, en el que seguir alimentando la voracidad de su ego.
Sin duda el completar el álbum de fotos de
nuestro Kennedy de andar por casa, nos va a salir por un pico y, mientras todavía
limpiamos y terminamos de recoger los restos de la fiesta, quizás deberíamos de
pensar que, aunque el sol siga saliendo y el mundo continúe girando, tal vez
haya llegado el momento de que, al menos, dejen de tomarnos por tontos. Ángel Alonso
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