La NASA ha publicado una foto nocturna desde el espacio, en la que destaca la inquietante silueta oscura del territorio ucraniano, después de veintiún días de invasión.
Sí, se ve el perfil de Crimea iluminado entre la negrura del mar Negro y el resto de Ucrania, pero, lo que es en el interior, apenas se distingue una docena de pequeños puntitos iluminados, que poco destacan y que son las últimas luces que aún se mantienen en medio de un territorio europeo de una extensión de más de 600.000 kilómetros cuadrados y 44 millones de habitantes.
Bien es verdad que se calcula que, al menos, tres millones de ucranianos, principalmente mujeres y niños, han huido dejándolo todo, atravesando las fronteras europeas limítrofes, en calidad de refugiados… Pero el pensar que bajo ese apagón lumínico todavía permanecen más de cuarenta millones de personas, cada una con su vida y su tragedia, envueltas en el miedo de la guerra y el terrorífico desasosiego que, noche tras noche, deben de experimentar quienes, alumbrados fugazmente por el resplandor de las bombas, dudan que el sol de la mañana les vuelva a iluminar.
Mientras la vida y la muerte cohabitan en la oscuridad de la noche ucraniana, la Europa con luz se aplica para no dejar de estarlo, porque sabe que, pase lo que pase, acabará perdiendo en el tablero de ajedrez que es la geopolítica mundial y de la que Ucrania es tan solo un peón.
Hasta ahora nadie es capaz de meterse en la cabeza de Vladimir Putin para saber qué piensa y cuales serán sus próximos pasos, pero todo apunta a que el otro gran damnificado de esta barbarie será el pueblo ruso… No solo por el dolor de las madres que también están perdiendo a sus hijos, soldados en una invasión que nadie entiende, sino que también por el aislamiento y la miseria a la que los rusos se verán abocados durante los próximos años.
No sabemos si Putin duerme bien por las noches y si apaga o no, las luces de su dormitorio. Pero tampoco hace falta ser un gran experto para intuir que las cosas no le están saliendo exactamente como, a lo mejor, él pensaba, y lo mismo la historia próxima le acaba juzgando como criminal de guerra… y los suyos… ¿quién sabe?
Y mientras las bombas, sin linternas ni faros, siguen encontrando objetivos y llevando la muerte en medio de la oscuridad de la noche ucraniana… ¿qué pasa con España?
Pues aquí seguimos a lo nuestro… jugando
al trile… ya saben… “mira la bolita, ¿dónde está la bolita?”. Ángel Alonso
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