jueves, 31 de marzo de 2022

Antonio márchate

Confieso que estoy un poco abatido. Desde que ayer se anunciara la subida de la inflación hasta el 9,8%, mi preocupación se ha incrementado, como mínimo, un 30%.

Sinceramente, el panorama para España es desolador. Somos los peores de Europa, llegamos tarde y mal a todo, y la tozuda realidad impone que cualquier atisbo de solución ha de pasar inevitablemente por una convocatoria de elecciones.

Mi negatividad ante el futuro comienza en mi propia comunidad de vecinos donde llevamos un tiempo padeciendo a un presidente incompetente y mentiroso del que muy pocos recuerdan cómo llegó al cargo, al que se aferra como una lapa y que le lleva a comportarse como si fuera el emperador del bloque…

Somos unos cincuenta vecinos, más los locales comerciales y las oficinas, y curiosamente no sé de nadie en concreto que le hubiese votado en las últimas elecciones, y tampoco nadie se explica cómo, al abrir la urna y hacer el recuento de votos, este individuo pudo conseguir un respaldo de más del 70%... “Es imposible…” pensamos muchos… Pero el caso es que ahí está y no hay quien le mueva del cargo.

De momento, y tras anunciar a bombo y platillo la cantidad de cosas que iba a hacer, lo primero que realmente hizo fue subirnos las cuotas de la comunidad y endeudarnos con una serie de préstamos para la instalación de placas solares en la azotea, proyecto que se quedó a medias por falta de estudio y por incapacidad económica para poderlo terminar… Lo segundo fue apoderarse de un local comunitario, que acondicionó a su gusto con el dinero de todos, y que al final tan solo sirve para montarse reuniones y fiestas con sus amigos… Y lo tercero fue llenarlo todo de carteles y de normas que él decide, sin consultar con nadie, y que dan la sensación de que son una mezcla de propaganda y de adoctrinamiento… Lo lamentable es que, a juzgar por la suculenta factura que pasó al erario comunitario, al único que ha beneficiado claramente este asunto es al que hace los carteles.

Luego están las tabarras que nos da cuando acude a las juntas directivas de la urbanización, ocasiones en las que se reúnen los presidentes de las comunidades de los bloques que la integran, y da rienda suelta a su ego y a su afán de protagonismo, cuando en realidad no pinta nada, su participación es nula y el resto de presidentes ni siquiera tratan con él…

El caso es que, mientras los vecinos seguimos pagando las abultadas cuotas mensuales, que incluyen la deuda del fallido plan de las placas solares, las zonas comunes demandan un mayor estado de limpieza, el garaje sigue medio a oscuras y el bloque está pidiendo a gritos una mano de pintura…

Por supuesto que, quién más y quién menos, le hemos transmitido nuestra disconformidad con su penosa gestión y desdén con el que trata a los vecinos… Pero al presidente de mi comunidad le da todo igual y las críticas le traen sin cuidado… Por eso cada vez somos más los vecinos del bloque que, cada vez que nos lo encontramos, le decimos… ¡Antonio márchate!                                                                                                                                                                                      Ángel Alonso

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