jueves, 10 de marzo de 2022

La impasible mirada del oso polar

Estamos tan solo a mediados de marzo y ya casi que empezamos a añorar 2021 como un buen año… Todo pinta mal y, a cada día, sigue empeorando.

En contra de lo que alguno va diciendo por ahí, la culpa no es exactamente de Putin y el panorama no se ha oscurecido por la invasión de Ucrania… El panorama ya estaba muy negro desde muchísimo antes del 24 de febrero, fecha en la que el jerarca ruso decidiera complicar, aún más, las cosas atravesando con tanques la frontera ucraniana.

Apenas han pasado quince días desde el inicio de la invasión y da la sensación de que llevamos quince meses… Han ocurrido tantas cosas y tan inimaginables de que pudieran volver a pasar en territorio europeo y menos en pleno siglo XXI, que todavía estamos en estado de shock negándonos a admitir la realidad y con nuestro subconsciente queriendo hacernos pensar que tan solo se trata de una ficción… de una mala película de sobremesa de sábado…

Pero nada de ficción y vaya si es real… En tan solo unos días los europeos hemos salido de nuestro ensimismamiento para darnos cuenta de que nuestra civilización, valores y nivel de vida, están subarrendados a dictaduras, ególatras y, en definitiva, a regímenes a los que reprobamos pero que, hipócritamente, contribuimos a acrecentar comprándoles la energía y los recursos, de los que no disponemos y que nos resultan imprescindibles en nuestro día a día…

De repente nos hemos visto ante el espejo de nuestra propia contradicción. Por un lado, intentamos parar la masacre de Ucrania y por el otro Europa continúa comprando gas y petróleo a Rusia porque, por mucho que quiera, por ahora no le es posible el dejar de adquirirlo… Y en otro orden de cosas, por un lado, queremos ayudar militar e incondicionalmente a Ucrania, y por el otro estamos haciendo encaje de bolillos para no traspasar la delgada línea que nos pudiera meter de lleno en la Tercera Guerra Mundial.

En medio de este repentino reseteamiento geopolítico, del que se supone saldrá un nuevo orden mundial, Europa lleva las peores cartas y se ve avocada a tener que jugar de farol en una partida que ya tiene un claro ganador… y ese será China. Tan solo nos queda esperar que, en el envite entre Rusia y Estados Unidos, gane este último y, con ello, evitemos el tener que abandonar la partida cubriéndonos con un tonel, sujeto con tirantes.

Mientras perdemos una mano tras otra, nos toca asistir a como el matón de la partida machaca al más débil, aplicándole sin piedad la lección que quiere que todos aprendamos… Y, por dura, sin duda es una lección fácil de entender y difícil de olvidar… No va a parar hasta que destroce y devore a su presa por completo… Todo ello con la fría e inescrutable mirada de Putin que es como la del oso polar que, impasible, comienza a devorarte estando aún vivo…                                                                                                                                                                       Ángel Alonso

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