jueves, 27 de enero de 2022

La fiesta de la Señorita Pepis

A nivel doméstico, si para algo nos está sirviendo la actual crisis de Ucrania es para restregarnos en la cara los estragos que, la nefasta coalición que cohabita en el Gobierno, provoca a la imagen de España en el mundo.

En un momento de gran inestabilidad internacional, en el que se están asentando los nuevos equilibrios globales de poder, nuestra realidad nacional no puede ser más frustrante… España no solo ha perdido su lugar en el mundo y no pintamos absolutamente nada, sino que la amalgama de socialistas, comunistas y populistas bolivarianos que nos gobiernan, sostenidos por independentistas, antisistemas, exterroristas y demás radicales de izquierdas; a ojos de la Comunidad Internacional, nos han situado en el lado equivocado, es decir, como socios de los países menos recomendables y más repudiados del mundo.

La cosa ya no da para más y el destrozo es de tal tamaño que, lejos de dar la sensación de poderse arreglar, tiene toda la pinta de que solo puede ir a peor… La vergüenza provocada por el presidente haciendo el ridículo, tratando de aparentar ser un destacado líder mundial en un burdo vídeo propagandístico, elaborado con tanta torpeza como ausencia de respeto a la inteligencia de los ciudadanos, demuestra la incapacidad de un Ejecutivo de la “Señorita Pepis”, tan lleno de frivolidad como vacío de ideas y competencia para sacar un país adelante.

No tenemos ninguna credibilidad, nadie se fía de nosotros y hace tiempo que perdimos el reconocimiento y consideración de los países de nuestro entorno… Hace falta más política y sobra toda la ideología barata con la que tratan de tapar los errores propios utilizando hasta el vómito el espantajo del fascismo y buscando la división, y la continua movilización de los más cafeteros como único mérito para seguir manteniéndose en el poder.

Como dijo Otto von Bismarck, el que fuera el canciller artífice de la unificación alemana y una de las figuras más destacadas en las relaciones internacionales durante la segunda mitad del siglo XIX, “la política es el arte de lo posible”, es decir, consiste en dejar fuera las emociones y las ideologías corrosivas, huir de las fantasías y ajustarse a la realidad…

Un buen gobernante debe de centrarse en solucionar en lo posible los problemas de los ciudadanos, mirar por el bien común, mejorar la vida de la gente y situar a su nación en el mejor lugar posible en el concierto internacional.

No se puede sorber y soplar al mismo tiempo, del mismo modo que no se puede engañar todo el rato a todo el mundo… Al final la realidad también acaba atrapando a los más esquivos y, sin paños calientes, termina poniendo a cada uno en su sitio… En ese momento alguien apaga la música y enciende la luz… La fiesta ha terminado y toca limpiar, ordenar y, si no hay un generoso que invite, entre todos rascarse el bolsillo y pagar el sarao… y esto último duele especialmente cuando, los que han disfrutado, han sido tan solo unos pocos.                                                                                                                                                                                                       Ángel Alonso

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