Es una pena, pero hemos llegado al punto de que dos fiestas nacionales tan señaladas para sacar a relucir el orgullo patrio, como son el Día de la Hispanidad y el Día de la Constitución, se hayan convertido en dos fechas oscuras, en las que comienza a ser costumbre cargar contra España y todo lo que representa.
Prueba de que esta legislatura está más que acabada, es que los socios del actual Gobierno aprovechen estas dos efemérides para boicotear y para reivindicar su repertorio radical y separatista, dejando el recordatorio de que ellos son los que mantienen al Ejecutivo y la amenaza de que pueden dejarlo caer en cuanto no se vean atendidas sus demandas.
Pudiera parecer que ya no quedan más cosas por ceder, ni más competencias por transferir, pero nos equivocaríamos si pensáramos eso… Por encima de más concesiones y prebendas, tampoco basta con la colonización y el control de todos los estamentos del Estado, porque aún falta el “premio gordo” para quienes buscan la desintegración de España… La reforma de la Constitución.
Que nadie espere que solucionen alguno de los muchos problemas que, de verdad, preocupan a los ciudadanos... No albergue esperanzas de bajadas de impuestos, ni que se controle la inflación… Tampoco se encomiende a la concesión de ayudas, ni se la juegue a una buena gestión… No lo haga… No espere nada, porque nada de eso harán… Pero prepárese porque nos van a machacar con las bondades y la solución mágica para todo, que supone el cambio de las reglas de convivencia que nos dimos los españoles en el año 78 y que tan bien nos han funcionado, proporcionándonos el mayor periodo de paz y progreso de la historia de España.
Que no le engañen, “abrir el melón” de la reforma constitucional será como retirar el último dique de contención que garantiza la igualdad entre españoles y que mantiene la unidad e integridad territorial de España…
No se fíe… Le intentarán convencer de cosas que ni le interesan y mucho menos son su prioridad… En algún momento le plantearán la necesidad de organizar un referéndum que busque dar voz a una supuesta reivindicación de una mayoría ciudadana, que no existe, que dirán que “clama a gritos” cambiar la Constitución…
Aguante… Si no está de acuerdo, ni cede, puede que le llamen fascista, reaccionario, antidemócrata, antipatriota y muchas cosas más… Pero resista y, si no quiere lamentables episodios totalitarios como lo de Canet de Mar o que le den las fiestas nacionales con lo de la autodeterminación, como si estuviéramos ante una ocupación colonial, no se deje convencer…
Por encima de todo tenemos la
responsabilidad de dejar un país mejor a nuestros hijos y nietos, y no una
nación rota e irrelevante… El no hacerlo así es una indignidad y un claro acto
de traición a nuestra historia y a nuestros compatriotas, presentes y futuros. Ángel Alonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario