Después de haber dado un motón de vueltas
por el mundo, en especial, durante los últimos años, no hay experiencia viajera
que más me apetezca en este momento que la de estrenarme como peregrino
jacobeo.
Creo que he llegado al instante de la vida
en el que, después de tanto correr, me empiezo a dar cuenta de que el tiempo
pasa y, durante ese recorrido, me he perdido muchas cosas… Tengo muchas ganas
por lo que aún tengo por hacer, pero también tengo la necesidad de dedicarme
algún tiempo, a modo de paréntesis, para buscar o buscarme, antes de continuar
con el resto de la vida.
A lo largo de los años he tenido la
oportunidad de transitar por distintos lugares del planeta, algunas veces viviendo
experiencias maravillosas y, otras, no tanto… He conocido y convivido con
gentes diferentes en lugares, a veces, recónditos… Y he visto anochecer y salir
el Sol en partes del mundo con las que, en épocas anteriores, tan sólo me había
atrevido a soñar… Pero ahora no se trata de viajar a sitios más o menos lejanos
y atractivos, ni de descubrir lo poco o nada conocido… Bien al contrario, en
esta ocasión el viaje consiste en transitar por donde ya lo han hecho miles de
peregrinos, a lo largo de los siglos, dejando su huella imborrable en cada
pueblo y en cada recodo de la ruta…
El Camino de Santiago es un excepcional
acontecimiento social, cultural, turístico, espiritual… Al que todo el que
acude tiene sus propios motivos que, sean los que fuesen, es lo que menos
importa… Lo extraordinario es que miles y miles de personas, de diferentes
razas, ideologías, condición social, nacionalidades e, incluso, creencias, se
reúnen desde hace siglos para realizar un recorrido común que, además, les ha
de llevar a un mismo destino… Aquí, más que nunca, se puede aplicar aquello de lo importante es el camino y no el lugar al
que se llega… Se trata de buscar a lo largo del recorrido, cada día, en
cada etapa… Y fruto de esa búsqueda… Encontrar…
Cada peregrino podrá acudir al Camino de
Santiago motivado por su búsqueda particular: motivos religiosos,
espiritualidad, cultura, superación personal, reto deportivo, turismo, conocer
gente, curiosidad… Pero, entiendo, al final será el propio Camino el que nos
desvelará lo que realmente merecerá la pena que encontremos…
Vía espiritual y de comunicación,
imprescindible en la formación de Europa y de la cultura occidental, el Camino
es también un itinerario jalonado con señales mágicas y mensajes iniciáticos antiquísimos,
repartidos por templos y construcciones, esperando a ser descubiertos e
interpretados… Historias y leyendas de otras épocas nacidas al amparo de un
recorrido ancestral que, al secundar en la Tierra el camino trazado en el cielo
por la Vía Láctea y finalizar en el lugar en el que una estrella marcó la ubicación de los restos del Apóstol Santiago,
también es conocido como la Ruta de las
Estrellas…
Tomada la decisión de realizar el Camino
de Santiago, ahora ya solo me falta encontrar la oportunidad… Estoy seguro de que
la experiencia será maravillosa…
Lo es. No tengas prisas en el, déjale que obre en ti
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