El ritmo que nos exige el día a día es
tan rápido que, a veces, ni tan siquiera tenemos tiempo para reparar en los
detalles que hacen que nuestra vida sea un poco más agradable.
Actualmente puede que tengamos la
sensación de vivir tiempos convulsos de transición hacia algo y no sabemos
exactamente hacia qué… Nos agobian las hipotecas, los bajos sueldos, la amenaza
del paro, la asistencia sanitaria y, sin embargo, también nos sentimos
abrumados por los casos de corrupción, los conflictos internacionales, el
cambio climático, las pandemias o el terrorismo.
Por obra y gracia de la era de la
comunicación, hoy día estamos más informados que nunca y, en tan sólo unos
minutos, podemos estar al corriente de cualquier noticia que se haya producido
en cualquier rincón del planeta. Fruto de la incertidumbre o del exceso de
información, es posible que nos hayamos contagiado de una sensación de
pesimismo y que la falta de expectativas, nos lleve a pensar en aquel viejo
tópico de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”…
Estamos tan preocupados en el futuro que
no vivimos el presente… Luchamos tanto para vivir, que al final no vivimos…
Buscamos con tanto ahínco la felicidad, a menudo pagando un alto precio, que
somos incapaces de sentirla, aunque esté delante de nosotros, para al final darnos
cuenta de que somos infelices…
No sabemos lo que nos deparará el futuro
y mucho menos hasta dónde llegará nuestra participación en él, pero lo que está
claro que la gran mayoría de nosotros bastante tenemos con enfrentarnos a
nuestra propia aventura vital y que nos vendría muy bien que alguien nos diese
un respiro y nos animase un poco para poder disfrutar del día a día… ¡Es el
tiempo de los líderes!... ¿O quizás de los héroes?...
Ángel Alonso
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