Hace ya cinco
años que murió Titus, el rey de los
gorilas de montaña y, posiblemente, el animal en libertad más famoso de todos
los tiempos.
En realidad,
cuando murió ya no era el rey porque hacía tiempo que había sido depuesto por
su hijo Kuryama, pero todavía seguía
manteniendo el aura de superioridad propia de quien se ha pasado toda la vida
dominando al grupo.
Titus fue
sin duda el gorila de espalda plateada
más estudiado y fotografiado de la historia. Nacido el 24 de agosto de 1974, su
vida estuvo íntimamente ligada a la de la célebre primatóloga Dian Fossey,
quien en 1970 empezó a estudiar el grupo del que fuera el padre de Titus, el espalda plateada conocido como Tío
Bert.
Cuando tan sólo
tenía 4 años, Titus se hizo famoso al
subirse inesperadamente a la espalda del popular naturalista británico David
Attenborough, durante el rodaje de un documental. Seis años después, cuando Titus ya tenía la edad de 10 años, Dian
Fossey moría asesinada a manos de los cazadores furtivos y pocos eran los que,
por aquel entonces apostaban por la supervivencia de Titus y su grupo. Pero por fortuna los augurios estaban equivocados
y Titus murió de viejo a los 35 años,
una longevidad muy respetable para un gorila.
La muerte de Titus, a edad avanzada, en las Montañas
Virunga, fue una gran noticia de la que aún hoy se habla y que, gracias a su
fama, avivó el papel de los animales salvajes en el entorno de los auténticos
sumideros naturales de CO2 del planeta, los bosques.
Las zonas
boscosas absorben cada año unos 4.800 millones de toneladas de las emisiones de
carbono. Si las selvas desapareciesen disminuiría la absorción de CO2 y el
cambio climático se acentuaría… ¿Pero cuál es el papel de los animales salvajes
y de los gorilas en particular? En contra de lo que, de forma más o menos
frívola, se pudiera pensar, la flora y la fauna se encuentran integradas en
ecosistemas indisociables, es decir, la cubierta vegetal no puede sobrevivir
sin sus moradores nativos y viceversa. Por tanto la protección de la fauna
salvaje proporciona una herramienta sencilla y eficaz para combatir las
emisiones de CO2.
En el caso
particular de los gorilas estos se alimentan de frutos y plantas que, al ser
digeridos y depositados de nuevo en el suelo, ayudan a las semillas a germinar.
Hasta tal punto esta labor es importante, que muchas especies de árboles y
plantas no sobrevivirían sin la colaboración de gorilas, elefantes y la de
otros grandes mamíferos.
A estas alturas
de desarrollo los científicos ya saben que sin fauna salvaje, los bosques de la
Tierra están condenados a una larga agonía hasta su desaparición. Ya no basta
con reforestar amplias extensiones de terreno, ahora se debe, además, permitir
la recuperación de la fauna de los diferentes ecosistemas y de evitar, a toda
costa, la desaparición de especies. Todos los inquilinos del planeta Tierra
somos necesarios para que todos podamos sobrevivir.
Puede que el
símbolo de esta nueva forma de pensar acaben siendo los gorilas que un día Dian
Fossey encontró en la niebla y que,
con su esfuerzo y talento, contribuyó decisivamente a que hoy día sean una
especie férreamente protegida y que, de cuando en cuando, sigamos recibiendo la
feliz noticia de que los gorilas continúan muriendo de viejos y no cazados a
tiros por los furtivos… Un magnífico mensaje para la esperanza.
Ángel Alonso
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