Si tuviéramos que buscar un
trasfondo común a las buenas novelas de aventuras, ese no sería otro que un
apasionado amor a la vida…
En todas ellas encontraremos
la descripción de fascinantes entornos geográficos, viajes, múltiples
peripecias e incluso luchas o batallas… Pero, también, las novelas de aventuras
describen complejos espacios morales donde los personajes ponen a prueba la
cordura, su fe y, sobre todo, la amistad.
La amistad, como también
debería ocurrir en la vida real, constituye la columna vertebral de cualquier
novela de aventuras. Los personajes pueden ser honorables o rufianes, capaces
de lo mejor y también de lo peor. Pueden ser ambiciosos y quizás tengan un
punto de locura, pero valorarán por encima de todo la alegría de estar vivos un
día más y la lealtad.
Como continuación de la vida,
para los personajes de las novelas de aventuras, la muerte no es nada, salvo un
mal trago si uno la afronta con valor, cara a cara. En las novelas se sabe que
mucho peor que la muerte es traicionar el valor supremo: La Amistad.
Ángel Alonso
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