Sin duda el acontecimiento más importante durante estos días es la celebración de la octogésima Asamblea General de las Naciones Unidas, evento que nos tiene que alegrar porque significa que el mundo lleva ochenta años libre de graves conflictos internacionales y que debería animarnos a que su labor de liderazgo de mantenimiento de la paz, prevención de conflictos y asistencia humanitaria, se prolongue, como hasta ahora, al menos, durante ochenta años más.
Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la ONU surgió como una necesidad y la gran oportunidad que se daba la humanidad para tratar de evitar que, el horror de la Guerra, se volviera a repetir… Ideado como el gran foro mundial de entendimiento y consenso, a lo largo de las décadas su labor ha ido mucho más allá del mero mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, abarcando desde la promoción del progreso social, hasta la protección de los derechos humanos, pasando por la salud o la cultura…
La Asamblea General es el órgano principal de deliberación, adopción de políticas y representación las Naciones Unidas; está integrada por sus 193 Estados Miembros y el tema del debate general elegido para la ocasión es "Juntas y juntos somos mejores: más de 80 años al servicio de la paz, el desarrollo y los derechos humanos".
Hasta aquí la parte teórica y las buenas intenciones… La realidad nos está mostrando una especie de “gala de los óscar” para políticos, en la que alguno ha aprovechado para “vender su libro”, otros para “vender su moto” y otros para “recordar quien manda”.
El caso es que, bajo la “cortina de humo” proporcionada por el tema estrella, Palestina, se han movido otras muchas cosas, incluidos algún que otro cambio de opinión y de posición, sobre importantes asuntos geopolíticos que, en la actualidad, estarían amenazando la paz mundial…
Líderes de todo el mundo se han esforzado por dar una imagen de unidad y sentido común, mientras que otros han aprovechado a llevarse su porquería a Nueva York y distribuirla con generosidad, a modo de cerveza, en una imaginaria “barra libre”.
Está habiendo intervenciones memorables y también otras cargadas de miseria y mezquindad… Muchos están siendo aplaudidos… de otros se está tomando buena cuenta y cada vez tendrán más difícil el seguir engañando… y cuando el próximo lunes 29 concluya la octogésima Asamblea General de las Naciones Unidas, todos vuelvan a casa, se disipe el glamour, y en la sede de la ONU tan sólo quede un puñado de operarios tratando de solucionar las deficiencias técnicas apuntadas por Trump… sólo en ese momento, los protagonistas del evento sabrán si se ha aprovechado la oportunidad o, por el contrario, ese día se acabarán despertando con “la cabeza dentro del orinal”.
Sólo una cosa más… siempre es un orgullo que el Rey Don Felipe sea el máximo representante de España en determinados foros… y en esta ocasión, ante la ONU, no ha sido una excepción…
Ángel
Alonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario