jueves, 20 de marzo de 2025

La vía del electroshock

Ya nadie duda de que el mundo ha cambiado y que ya nada volverá a ser como antes… Europa parece estar despertando de su larga siesta y aunque no sea largo, necesita de un tiempo para analizar el presente y prepararse para el futuro…

El problema es que tiempo es, precisamente, lo que no tiene… La repentina retirada del paraguas defensivo estadounidense ha dejado a Europa expuesta a la amenaza invasiva rusa y ha puesto a la Unión Europea ante el espejo, enfrentándola a su propia realidad.

¿Y cuál es esa realidad? Pues puede que ese sea el primer problema, que no hay una sola realidad, sino veintisiete… suponiendo que pudiésemos quedarnos ahí.

La realidad es que Europa debe de acelerar sus proyectos comunes, avanzando en todo aquello que integre, potencie y defienda los intereses europeos ante el escenario del nuevo orden mundial… y, por otro lado, para poder progresar en esa realidad imprescindible, deberá de dejarse de paños calientes y de ambigüedades, e ir dando solución y carpetazo a esas otras veintisiete realidades, que lastran el camino como si de una piedra de molino al cuello, se tratase.

Ya no es tiempo de ambages y excusas, sino de arrimar el hombro. Es el momento de trazar un plan e, inmediatamente, empezar a ejecutarlo. Ahora mismo, ante la falta de fiabilidad del amigo estadounidense y la amenaza rusa, es el momento de tomar conciencia, aunque sea por la vía del electroshock, de que tenemos que valernos por nosotros mismos y que, después del regalo de ochenta años de paz, si queremos seguirla manteniendo, disfrutándola en libertad, no queda otra que ponerse manos a la obra, no solo para tapar alguna grieta y hacer algunas reparaciones… sino que, llegado el caso, hay que estar dispuestos a construir un nuevo edificio, lo más sólido y equipado posible.

Por eso, y volviendo a las veintisiete realidades, es el momento de la responsabilidad y de la amplitud de miras. Mientras que, por necesidad, la tendencia de la Unión Europea es convergente e integradora, a estas alturas ya no tienen sentido, ni son admisibles, los planteamientos nacionalistas…

Es la hora de la unidad y no de la separación… Es el momento de despertar de las ensoñaciones y de concentrar esfuerzos y energías a lo verdaderamente importante… Si no, más pronto que tarde, la historia pasará su inapelable factura y puede que, en ese preciso momento, ni siquiera tengamos con que pagarla…

Es hora de la altura de miras y del bien común… Es el momento de la responsabilidad…

        Ángel Alonso    

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