jueves, 13 de marzo de 2025

El sentimiento de pertenencia a la tribu

Lo comprobamos cada vez que sufrimos una pandemia, una catástrofe, una agresión a la seguridad, un ataque a la integridad territorial, una amenaza a la libertad… todas ellas situaciones delicadas que, en función de cómo nos afecten directamente, alteran nuestro modelo de vida habitual. 

Suelen ser situaciones graves en las que los ciudadanos de a pie, se encomiendan a los colectivos de su competencia para que les resuelvan la papeleta… Son los momentos en los que soldados, policías, bomberos, médicos, sanitarios… pero también los trabajadores de la industria y el transporte, los productores de alimentos, distribuidores, funcionarios, juristas, educadores, científicos, periodistas… Y todos aquellos activos de la sociedad que todavía no he mencionado, entre los que, por supuesto, también están los políticos…  

El problema es que, más veces de lo que sería deseable, esos políticos que deberían de ser un referente y ejercer, al menos, un razonable liderazgo social, no suelen dar el nivel… Lamentablemente, la verdad es que, a estas alturas, poco debiera sorprender que algunos políticos no tengan claro el por qué el personal sanitario se vuelca en ayudar a los enfermos y, en realidad, tampoco debería de extrañarnos que sus discursos se construyan, como se suele decir, “para marear la perdiz”, sin decir nada… Y no dicen nada porque no saben cómo decirlo y, lo más preocupante, no saben qué decir.

Nacemos en un seno familiar, integrados en una comunidad, perteneciente a una sociedad, que, desde que nacemos, nos cuida, nos protege, nos educa, nos enseña a ser útiles y, también, nos inculca una serie de creencias y valores que, todo ello reunido, dan como resultado lo que, como adultos, llegamos a ser… Empecemos porque todos somos valientes por definición y que durante toda nuestra vida, mejor o peor, nos hemos estado preparando para llegar a un momento supremo, o momento de la verdad, en el que, sabedores del riesgo que se corre, es nuestro deber y, además, no deseamos estar en otro lugar.

Puede que, con anterioridad, nos hayan asaltado las dudas y temores… Pero es justo en el instante en el que hay que entrar en acción, cuando los pensamientos que hasta ese instante han ocupado las mentes quedan desplazados por un íntimo temor universal que invade a todas las personas bien nacidas: el miedo a fallar.

¿Fallar? Sí. Miedo a fallar a los compañeros, a los jefes y subordinados. Miedo a fallar a su país, a su pueblo, a sus amigos, a su familia… En definitiva, miedo a defraudar a los que confían en ellos y, con ese sentimiento de responsabilidad, apoyados en su formación y experiencia, y con el subidón de adrenalina, cumplirán con su deber.

Se trata del consciente sacrificio de unos pocos para salvar al colectivo. Una práctica ancestral que hunde sus raíces en el sentimiento de pertenencia a la tribu… Algo que nació con las primeras sociedades y que estableció los vínculos imprescindibles para el desarrollo de las civilizaciones a través de los tiempos.

El sentimiento de pertenencia a la tribu es un sentimiento generoso, en el que cada uno da lo mejor de sí mismo en cada ocasión… Lo que tristemente suele chocar con la sensación que transmiten algunos políticos de “estar a lo suyo”, con una evidente ausencia de empatía, y, en ocasiones, adornados de su incapacidad, su mala gestión, su tacticismo, sus intrigas, su propaganda y sus mentiras… y sin indicios del sentimiento de pertenencia a la tribu…                                                                                                                                                                                                              Ángel Alonso

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