jueves, 19 de enero de 2023

Antonio, jugador de petanca

Érase un país imaginario en el que el día que los ciudadanos decidan que su dirigente se vaya, le van a echar de menos.

Informativamente nadie da más juego que Antonio, que así se llama, y, además, todo envuelto en el esperpento, con giros dramáticos y tintes de comedia mala. Su afán es pasar a la historia… Y, desde luego, eso ya lo tiene garantizado.

Y se puede decir más… Pasará a los libros de texto y será estudiado en las universidades como una anomalía tóxica, en una Democracia Parlamentaria. Entre los dones del tal Antonio, hay que reconocer su extraordinaria habilidad y eficacia para liarla.

En un corto plazo de tiempo, es capaz de cargarse instituciones, de sacar malas leyes en cascada, de amenazar a un Gobierno autonómico, de irse a un importante evento internacional a engañar a quien se deje, de dejarse filmar jugando a la petanca en compañía de militantes y dirigentes de su cuerda disfrazados de jubilados para, al día siguiente volver a hacer el ridículo dando el espectáculo, con sus amigos los golpistas, ante el máximo dirigente de otro país.

Es un no parar y, tan seguro como que todos los días sale el Sol, los ciudadanos de este país imaginario no se aburren porque tampoco tienen que esperar mucho para asistir a un nuevo escándalo… ¿Sobre qué? Nunca se sabe hasta que estalla y luego se vuelve a elevar el listón de su capacidad de asombro con lo que colea. Eso sí, lo bueno es que tan solo dura unos pocos días y, antes de que la trama o el argumento empiecen a cansar, se estrenará a lo grande otro nuevo sainete en el que Antonio acabará acumulando otro nuevo y bochornoso ridículo más.

Como dicen los ciudadanos más optimistas, el país se está yendo a la porra, sí, pero ¿y lo entretenidos que están? Mientras otros, menos positivos, animan a Antonio a que, de aquí a las próximas elecciones, se dedique a quedar diariamente con sus nuevos amigos, mejore su destreza y amplíe su currículum haciéndose un consumado jugador de petanca.

Quizás, a medida que vaya subiendo el nivel, podría ser seleccionado por el equipo del barrio para competir con otros asentamientos rivales y, ¿quién sabe? A lo mejor, de aquí a las elecciones, quizás tuviese tiempo de participar en campeonatos comarcales o provinciales.

Dicen los que le vieron, que Antonio tiene excelentes cualidades para ser un reputado jugador e, incluso, hay quien dice que, de entrenar para ello y practicando todos los días, podría llegar a ser el Rafa Nadal de la petanca.

Qué bonita transición y final para este cuento... Lástima que estas cosas tan solo ocurran en los países imaginarios.                                                                                                                                                                                               Ángel Alonso

 

 

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