No es que el protagonista de la aclamada serie televisiva no tuviera nada mejor de qué hablar y utilizara el manido tema meteorológico para salir del paso, sino que trataba de advertir, con no poca vehemencia, del grave riesgo que se estaba creando al norte del Muro de Hielo.
Temporada tras temporada, hasta la temporada final, los gobernantes de los Siete Reinos, enfrascados en sus luchas internas por hacerse con el Trono de Hierro, no le hacían ni puñetero caso y a ninguno le pareció oportuno poner en marcha iniciativa alguna, ni medida destinada, al menos, a evaluar la amenaza.
Así las cosas, mientras los gobernantes seguían a lo suyo, apuñalándose y envenenándose los unos a los otros, sin ocuparse para nada del presente y futuro de sus ciudadanos, más allá del Muro de Hielo el Señor de la Noche y los Caminantes Blancos, poco a poco, iban poniendo a punto su Ejército de Muertos.
Al final y ante la evidencia, Jon Nieve logra convencer a unos cuantos y consigue reunir una oposición exitosa que acaba con la conjura y salva a los habitantes de los Siete Reinos.
Si nos atrevemos a comparar la situación actual en España con el argumento central de Juego de Tronos, el resultado es demoledor… Vale que la amenaza no viene de más allá del Muro de Hielo, ni está liderada por el Señor de la Noche, pero tenemos una pandemia que está entre nosotros, acompañada de sus propios Caminantes Blancos que son la crisis sanitaria, la crisis económica, la crisis social, la crisis laboral, la crisis educativa… y varias crisis más… Todas razones más que suficientes para estar muy preocupados.
Pero lo verdaderamente aterrador, lo que acaba definitivamente con cualquier esperanza, es que el papel de nuestro particular Jon Nieve, el ocasional héroe que nos tendría que salvar, recaiga en nuestro bronceado presidente y su Gobierno de los Veintidós Ministerios y los Mil Asesores…
Admitámoslo… Estamos jodidos.
Ángel
Alonso
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