Este es el nombre de WhatsApp de mi grupo
de amigos más cercano geográficamente y con los que comparto una relación más
directa y frecuente… Somos cinco, solemos quedar a comer todos los meses y más
que amigos somos como hermanos… Después de muchísimos años, la relación está
más que consolidada, lo pasamos muy bien juntos y sabemos que siempre podemos
contar los unos con los otros... Son unos tipos extraordinarios… Todo muy bien…
Pero hay una cosa que me tiene contrariado… Por más que me esfuerzo, no me
leen… En realidad, ahora mismo podría decir de ellos lo que me diera la gana,
sin temer ningún tipo de reacción, porque, diga lo que diga, no se van a
enterar…
Evidentemente en asuntos como estos no
conviene profundizar demasiado y, por eso, he decidido llevarlo con resignación
viviendo en la esperanza de, el día menos pensado, recibir el comentario o la
crítica de alguno de ellos a una nueva publicación… Seguro que será un momento
memorable… Pero mientras ese momento llega o se hace esperar eternamente,
precisamente me viene a la cabeza la reflexión sobre el concepto de la amistad…
A decir verdad, me considero una persona muy
afortunada por contar con una cantidad aceptable de amigos… Más allá del Club de la Frasca, también cuento con otro
buen número de ellos diseminados por toda la geografía nacional y alguno más por
el extranjero… Con muchos de ellos he compartido aventuras, vicisitudes
profesionales, circunstancias no previstas, momentos muy agradables y también
otros muy duros, ratos de diversión y de tristeza, instantes de generosidad y
también de sacrificio… En definitiva, oportunidades en las que se desvela la
verdadera naturaleza de las personas y que son propicias para el florecimiento
de la amistad.
Los amigos pueden ser honorables o
auténticos rufianes… Pueden ser personas capaces de lo mejor y también de lo
peor… Podrán tener muchas virtudes o ser auténticos desastres… Incluso se les
puede admitir peculiaridades que ni compartamos, ni tampoco aprobemos… Pero hay
dos cosas que se valoran por encima de todo en un amigo: la alegría que
sentimos cuando contactamos o coincidimos con él una vez más y la lealtad.
La amistad es amor a la vida y alegría por
compartir… Por un amigo se pueden aceptar y perdonar muchas cosas… Incluso se
puede llegar a dar la vida… Pero lo que no es admisible es la deslealtad…
Faltar a este principio sagrado es traicionar el valor supremo de la amistad…
Me gusta como las novelas de aventuras son
capaces de describir complejos espacios morales en los que la amistad
constituye su columna vertebral. En ellas los personajes comparten y valoran la
alegría de estar vivos un día más…
Pero también asumen que la muerte no es nada, salvo un mal trago si uno lo afronta con valor… Cara a cara… En las
novelas de aventuras, los personajes son conscientes de que mucho peor que la
muerte, es traicionar al amigo… Algo que, por fortuna, también suele ocurrir en
la vida real…
No quisiera terminar, aun sabiendo que no
me van a leer (ni los de la Frasca, ni
los otros), sin dedicar estas líneas a mis amigos… Para todos vosotros…
Ángel Alonso
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Mi amiga Julia
Muy difícil de definir es, el significado real de "amigo".
ResponderEliminarEn mi caso, sin contar a los circunstanciales, creo que me quedan un par de ellos.
Supongo que tienes suerte Angel, de pertenecer al "Club de la Frasca". Mantenedla siempre llena.