Hace unos días un infarto se lo llevó
por delante… Con él se fue una excelente persona y un magnífico profesional de
la radio…
Conocí a Jesús Infante y a Juan Carlos
Vera en el verano de 1997, al comienzo de mi etapa en Radio Club Tenerife, Cadena
SER, con el inicio de la tercera temporada de “Objetivo: La Luna”. Con ellos en
la realización tuve el privilegio de compartir las siguientes once temporadas,
hasta el verano de 2008…Pues bien, estoy seguro que, sin la participación de
Jesús y de Juan Carlos, el resultado del programa, lo que cada domingo por la
mañana ofrecíamos a la audiencia, no hubiera sido lo mismo…
Aquella pareja de realizadores, con una extraordinaria
relación de amistad entre ellos que, me consta, se mantuvo hasta el final, rápidamente
captaría la esencia del programa y, juntos, formaríamos
un equipo ilusionado capaz de transmitir sensaciones y de compartir con la
audiencia nuestra pasión por las cosas bellas, envueltas en el aroma
irresistible de la aventura…
“Objetivo: La Luna” siempre me ha
sugerido la comparación con la nave Argos, la mítica embarcación que utilizara
Jasón para buscar el Vellocino de Oro… Ambas fueron extraordinarias empresas,
con resultado incierto, en pos de un gran objetivo, oculto en el mundo de los
sueños y al que tan solo se puede llegar siguiendo el mapa de la imaginación…
Como un buen argonauta, Jesús ocupó su lugar en la nave radiofónica que fue
“Objetivo: La Luna” y con su profesionalidad y sensibilidad, desde la cabina de
realización, siempre supo transformar el guión escrito en sonidos maravillosos,
dando ese punto de calidad que solo aquellos que aman lo que hacen, son capaces
de aportar…
Porque si algo destiló Jesús Infante fue
su amor por la radio, prolongación de su gran categoría humana y de su
capacidad de ilusionarse con la realización del trabajo bien hecho… Once años
es tiempo suficiente para conocer a una persona y, aunque Jesús no hubiera
estado de acuerdo con ello, me hubiera gustado hacer un programa más de
“Objetivo: La Luna” en el que, además de homenajearle, haberle despedido como
él se hubiera merecido… Habría sido algo así como si la nave Argos se lanzase a
una nueva travesía para despedir a uno de sus argonautas más insignes…
¡Hasta siempre Jesús!... Descansa en
paz…
Ángel
Alonso
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