Reconozco que no me prodigo demasiado y
que quizás me estoy encasillando como presunto escritor navideño… Menos mal que
no dependo de mi actividad literaria para ganarme la vida porque, si así fuera,
me moriría de hambre…
Lo cierto es que, al menos una vez al
año, me entra un deseo irrefrenable de dejar constancia de mi pasión por la
Navidad y de trasladar mis mejores deseos para todos en el próximo año, que
estamos a punto de estrenar.
Antes solía enrollarme con historias
sugerentes, con aromas de aventura, y hablaba de lugares bonitos en donde, más
de una vez, todos quisiéramos estar… Ahora, después de haber vivido otras
experiencias durante los últimos años, tengo la percepción de que el mundo es
menos bonito que antes y que hablar de aventura a estas alturas, pudiera
resultar un poco frívolo…
Es posible que por el camino haya
perdido grandes dosis de ingenuidad, inocencia, entusiasmo y puede que también
de alegría… Y puede que también, haya cargado el alma con algo de sufrimiento,
un poco de pesimismo, una pizca de cansancio y un toque de amargura, quizás
contagiado por la coyuntura en la que vivimos…
La parte buena es que soy consciente de
que con semejante bagaje no se llega a ningún lado y que no dejo de alimentar
una minúscula llamita en el interior de mi corazón, que me impulsa a ir siempre
hacia delante y que hace que me ilusione ante el inicio de cualquier empresa de
resultado incierto, o que jamás se sacien mis ansias de conocimiento, o que
disfrute del camino inexplorado que nos lleva por la senda de la vida y que
aguarde con comedida ilusión las experiencias y alegrías que todavía he de encontrarme
en cada recodo…
Queramos o no, lo que dejamos atrás ya
nunca volverá y es inevitable que nos acordemos de los que ya no están… Pero
también es el momento de replantear nuestra hoja de ruta para tratar de
alcanzar aquello que nos pasamos toda la vida buscando y que de cuando en
cuando se nos presenta efímeramente y que, una y otra vez, se nos escurre de
entre los dedos…
Mi propósito para el nuevo año es el de
continuar con la búsqueda de la felicidad y, allí donde la encuentre, cerrar
con mucho cuidado la cuenca de las manos para evitar que se derrame demasiado
deprisa y poder disfrutar de cada sorbo en este deambular por el mundo en el
que, en definitiva, nuestro paso también es breve...
Os deseo mucha suerte en vuestra
búsqueda en este 2017…
Feliz Año Nuevo… y hasta dentro de otros
doce meses,
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